No, la economía no está fuerte

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 07 Mar 2025 - 09:20hrs

México esquivó nuevamente la bala de los aranceles de Donald Trump y tendrá otro periodo de gracia de un mes, pero eso no significa que su economía marche correctamente ni que ya esté a salvo de los vaivenes internacionales y las debilidades propias.


Hace apenas una quincena, el Banco de México recortó a la mitad su estimación de crecimiento del Producto Interno Bruto, de 1.2 a 0.6%, al incorporar en su análisis el bajo dinamismo del consumo y la inversión privada; y eso, sin contemplar aún las medidas que pudiera anunciar Estados Unidos en materia comercial. De hecho, el 0.6% de expansión es la media de un intervalo de entre -0.2 y 1.4%, por lo que tampoco se puede descartar que el PIB termine este año en terreno negativo.


El estancamiento se hizo evidente en el último tramo del año pasado. En el cuarto trimestre, el PIB descendió 0.6% frente al periodo previo.


La economía mexicana ha venido acumulando, en semanas recientes, varias malas noticias sobre su desempeño, como son una pobre creación de empleos formales, así como la disminución de las ventas al menudeo y de la inversión fija bruta.


En el primer rubro, los datos oficiales indican que México ha perdido cerca de 50 mil empleos en el arranque del sexenio, cuando tendría que haber creado 600 mil puestos de trabajo en estos cinco meses, tan sólo para absorber a la población que se incorpora a la actividad productiva. Al 30 de septiembre, de acuerdo con información del IMSS, había 22 millones 480 mil 803 empleos registrados ante ese instituto, mientras que el más reciente reporte, correspondiente al 28 de febrero, indica que son 22 millones 430 mil 931. En los primeros dos meses de este año se crearon 192 mil 552 puestos de trabajo, el resultado más débil para un mismo lapso desde 2009 si no se toma en consideración el 2020, año en el que el país enfrentaba las consecuencias de la pandemia y en el que el PIB cayó 8.3 por ciento.


En cuanto a las ventas al menudeo, éstas terminaron 2024 con un descenso de 0.6 por ciento. Se trata de la primera caída en ese rubro desde 2017 para un año sin recesión económica. Y, según datos de la Encuesta Mensual sobre Empresas Comerciales, las ventas de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio crecieron apenas 1.3% en enero —contra una inflación de 3.59% ese mes—, el alza más débil para un primer mes del año desde 2014, sin contar el de 2021, que se debió a la pandemia. La inversión fija bruta no muestra mejores signos. El gasto en maquinaria, equipo y construcción, realizado por empresas y gobierno, cerró diciembre con un descenso de 2.6%, el peor dato desde 2012 si no se toma en cuenta el de 2020, cuando se vivía el azote del coronavirus. En comparación anual, el Índice Mensual de la Formación Bruta de Capital Fijo cayó 4.1%, con lo que hiló cuatro meses de retrocesos.


Este conjunto de datos se manifiesta de manera negativa en los indicadores manufacturero y no manufacturo elaborados mensualmente por el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF). En su boletín correspondiente a febrero, el organismo señala que el primero ligó su “onceavo mes consecutivo en zona de contracción”, mientras que el segundo arrojó que los sectores comercio y servicios “están mandado una señal de mayor debilidad (…) luego de haber sido el motor del dinamismo económico durante gran parte de la recuperación económica después de la pandemia”


La economía, pues, no está “fuerte”, como quisiera convencernos el gobierno. Y Trump no es nuestro único problema.


Es indudable que tener un mes adicional de plazo para cumplir lo que el gobierno estadunidense espera en temas de migración y antinarcóticos es mejor que no tenerlo, pero mal haríamos en creer que el país es inmune a la volatilidad mundial y que no se verá afectado por acciones y omisiones propias, como son la incertidumbre jurídica propiciada por la reforma judicial, la escasa competencia en el sector de la energía y la inseguridad en amplias franjas del país.


Por lo pronto, hay que llegar al 2 de abril, esperando que nuestra salvación no dependa de una llamada telefónica mensual al perdonavidas que habita la Casa Blanca.

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