![]() | Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 21 Feb 2025 - 09:30hrs
Hoy hace un año, ocurrió un secuestro en un edificio de departamentos de Santiago de Chile, que parece la trama de una película, pero fue real.
A las 3 de la mañana, varios hombres vestidos con uniformes semejantes a los de la policía chilena subieron al piso 14 y sacaron a rastras, en ropa interior, a un exoficial del ejército venezolano, quien se encontraba refugiado en ese país.
El plagio de Ronald Ojeda Moreno (Maracay, 1991) ocurrió frente a su esposa y su hijo de seis años de edad. Nueve días después, su cuerpo fue encontrado en una maleta, bañado en cal y bajo una gruesa capa de cemento, en la barriada de Maipú, una zona de asentamientos irregulares en el surponiente de la capital chilena.
La esposa del teniente Ojeda dijo a las autoridades que al menos uno de los hombres que lo secuestró tenía acento venezolano. Estos hechos ocurrieron pocas semanas después de que su marido participara en un plan para derrocar al régimen de Nicolás Maduro. El líder de la asonada fallida que se preparaba en Colombia, Ányelo Heredia, fue capturado por la guerrilla colombiana del ELN y entregado a las autoridades venezolanas. En su teléfono celular estaba el contacto de Ojeda, quien había logrado escapar.
Su asesinato, menos de un mes después, ha dado lugar a una amplia investigación en Chile, país que ha llevado ante la justicia a una veintena de implicados en el crimen y ha logrado ubicar a otros en el extranjero.
De las declaraciones de los detenidos, ha surgido la que parece ser la hipótesis más probable de lo sucedido el 21 de febrero de 2024: Ojeda fue secuestrado por el grupo Piratas de Aragua, filial de la organización criminal transnacional de origen venezolano Tren de Aragua, la que habría sido contratada por el gobierno de ese país para llevar a cabo el asesinato, y que la orden habría provenido directamente de Diosdado Cabello, número dos del régimen chavista, y el pago se habría hecho en Perú.
Una de las más recientes detenciones por estos hechos es la de Edgar Benítez Rubio, quien huyó a Estados Unidos vía Perú, Colombia, Panamá, Honduras y México. Conocido por el alias El Fresa, Benítez, exchofer de taxi por aplicación, habría sido quien proveyó a los asesinos el auto en el que los hombres, disfrazados de policías, llegaron por Ojeda para llevárselo y asesinarlo.
El tema de los homicidios políticos en el extranjero es muy sensible para los chilenos, quienes aún recuerdan el caso de Orlando Letelier, ministro del presidente Salvador Allende, quien fue asesinado en Washington, mediante una bomba instalada en su automóvil, el 21 de septiembre de 1976, tres años después del golpe militar encabezado por Augusto Pinochet.
Chile ha sido crítico con el régimen chavista. Luego de las elecciones de 2024, en las que Maduro resultó oficialmente reelegido –en medio de la incredulidad y la condena de varios gobiernos–, el presidente chileno, el socialista Gabriel Boric, dijo que su país “no reconoce este falso triunfo autoproclamado de Maduro y compañía” y juzgó que “estamos frente a una dictadura”.
Esta semana, el ministro de Justicia de Chile, Jaime Gajardo, afirmó que si las hipótesis del asesinato de Ojeda son ciertas, se trataría de un hecho “gravísimo”, ya que implicaría la comisión de un crimen político en territorio chileno, llevado a cabo por una alta autoridad de un gobierno extranjero (Infobae, 18 de febrero de 2025). En caso de confirmarse las sospechas, añadió Gajardo, el gobierno “va a ejercer todas las acciones que tengan a la mano tanto el ordenamiento jurídico nacional como internacional”.
Aquí será importante saber qué hará el gobierno mexicano. ¿Se escudará en la doctrina Estrada y en el respeto a la autodeterminación de los pueblos para no opinar sobre un asesinato político en territorio chileno, dirigido desde Caracas y con la participación de un grupo criminal transnacional?
Pero si el gobierno mexicano ha opinado sobre asuntos en otros países –como lo ha hecho recientemente sobre las elecciones presidenciales en Ecuador y el escándalo financiero que protagoniza el presidente argentino Javier Milei–, ¿acaso podrá hacerse de la vista gorda en este caso?