El nuevo orden y la escalada militar

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 06 Mar 2025 - 15:02hrs

La decisión del presidente estadunidense, Donald Trump, de suspender la ayuda militar en Ucrania ha prendido las alertas en Europa. Distanciándose de sus aliados en el Viejo Continente, Washington ha revertido el curso de sus acciones frente a la invasión rusa y ha dejado a los ucranianos a merced de Vladimir Putin.


Y es que no son sólo los misiles antiaéreos estadunidenses los que ahora extrañarán los defensores ucranianos, sino también la información de inteligencia que les permitía conocer las posiciones e intenciones de los agresores rusos.


 


Desde hace un par de días, Moscú puede acercar su artillería pesada y sus aviones al frente de combate sin temer que éstos sean destruidos, permitiéndole mayor eficacia en sus ataques.


En ese contexto, el futuro del conflicto ha quedado limitado a dos opciones: o Ucrania acepta un acuerdo leonino con Estados Unidos, con el que entregaría a ese país el equivalente a medio billón de dólares en recursos naturales, y cede los territorios actualmente ocupados por Rusia, o se expone a quedar, virtualmente, indefensa ante los avances de los invasores, con lo que Putin podría lograr una victoria completa en cuestión de semanas o meses. Esta disyuntiva ha solidificado la acción conjunta de los países europeos, que, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, no cuentan con EU para mantener la paz y deberán emprender esa tarea por sus propios medios.


Hoy, en Bruselas, los líderes de los 27 países de la Unión Europea se reunirán en una sesión especial del Consejo de Europa para tratar la decisión de Washington de orillar a Kiev a ceder ante Moscú y buscar alternativas para financiar la defensa del continente mediante el rearme. Estará a discusión una propuesta de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión y exministra de Defensa de Alemania, para que el bloque incremente su gasto militar en 800 mil millones de euros en los próximos años. Se trata de una medida que la UE debió haber iniciado hace, al menos, una década, pero que se pospuso ante la creencia de que siempre podría contar con EU.


Ahora, frente a los intereses alineados de Trump y Putin, los europeos deberán hacerlo a contrarreloj. Si Rusia se apodera militarmente de Ucrania e instala un gobierno títere en Kiev —al estilo del bielorruso Alexander Lukashenko—, la amenaza se cerniría de inmediato sobre Moldavia, Rumania y los Bálticos. En la víspera del encuentro, el presidente francés, Emmanuel Macron, dirigió anoche un largo mensaje televisado a sus conciudadanos. “Entramos en una nueva era”, advirtió el mandatario. “Frente a este mundo peligroso, sería una locura mantenernos como espectadores”.


A juicio de Macron, Rusia se ha convertido en un peligro para Francia y Europa. La agresividad rusa, dijo, no parece conocer fronteras, pues las viola “para asesinar opositores, manipular elecciones en Rumania y Moldavia, organizar ataques cibernéticos contra hospitales y tratar de manipular nuestras opiniones con mentiras difundidas por las redes sociales”.


Para hacer frente a esa amenaza, agregó, los franceses deberán “tomar nuevas decisiones presupuestales y hacer inversiones suplementarias”, y, para ello, harán falta “reformas y valentía”. Llamó, asimismo, a abrir el debate sobre usar la disuasión nuclear “para la protección de nuestros aliados en el continente”. Sólo dos países de Europa occidental, Francia y Reino Unido, poseen armas atómicas (con 290 y 225 cabezas nucleares, respectivamente).


Queda claro que ya estamos ante los efectos de un nuevo orden internacional, aunque muchos no se hayan dado cuenta.


BUSCAPIÉS


Un día después de que entraron en vigor los aranceles generales a México y Canadá, Trump exentó por un mes a la industria automotriz, que, dicho sea de paso, representa un tercio de nuestras exportaciones y casi cinco puntos del PIB. Lo hizo después de hablar con los directivos de las tres principales armadoras de su país, que tienen una producción importante en México. Si algo puede refrenar los ímpetus proteccionistas del presidente de EU, no parecen serlo los aranceles recíprocos ni los mítines, sino los mercados y las grandes empresas.

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