Inútil, el operativo federal en Chiapas

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 24 Oct 2023 - 10:27hrs

Cobijados por la oscuridad, hombres armados llegaron hasta la casa del profesor José Artemio López Aguilar, en el barrio Las Salinas, de Chicomuselo, Chiapas. Después de romper la puerta, se introdujeron en el domicilio, donde lo torturaron y mataron frente a su esposa y su hija adolescente.


Era la madrugada del sábado 21 de octubre. Nueve días antes, López Aguilar había sido el principal orador de la marcha por la paz en ese municipio de la Sierra Mariscal, ubicado a 50 kilómetros de la frontera con Guatemala.


La movilización, que reunió a unas 5 mil personas, rompió el silencio en que había caído la región, donde se desaconsejaba protestar por la violencia que ha causado la presencia de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.


La situación de inseguridad en esa parte de Chiapas se convirtió en noticia nacional el 7 de septiembre, cuando fue secuestrada la profesora Berni Flor Mejía. Un comando llegó hasta el plantel 216 del Colegio de Bachilleres, en Amatenango de la Frontera, donde ella daba clases, para llevársela. Cinco días después, su cadáver fue localizado sobre la carretera Motozintla-Frontera Comalapa.


Por esos días se supo que la maestra estaba casada con un transportista que se había negado a realizar trabajos para uno de los grupos delictivos de la zona. Asimismo, que los criminales habían impuesto restricciones al movimiento de personas y de carga, con retenes carreteros. El clima de terror había obligado a muchos negocios a bajar la cortina.


El 24 de septiembre, habitantes de la comunidad de San Gregorio Chamic, en la entrada de la región, recibieron con vítores a un convoy de camionetas del Cártel de Sinaloa, cuyos tripulantes eran vistos por los pobladores como quienes los rescatarían de las garras del Cártel Jalisco Nueva Generación.


Cuando se preguntó sobre ese hecho al presidente Andrés Manuel López Obrador, lo desestimó, tildándolo de “acto de propaganda”. Aun así, dos días después comenzaron a llegar elementos del Ejército y de la Guardia Nacional, supuestamente para asegurar el orden en la zona.


Sin embargo, casi un mes después de la llegada de millar y medio de soldados y guardias nacionales, la violencia criminal no amaina. Pese al reforzamiento de la seguridad, se siguen reportando asesinatos y desapariciones.


El 28 de septiembre, fueron levantados en Motozintla dos jóvenes, de nombres Jostin y José Manuel, cuando habían acudido a comprar leche para el hijo del segundo. Sus cadáveres aparecieron con huellas de tortura. Cástulo Hernández Rodríguez, originario del municipio de Bella Vista, está desaparecido desde el 2 de octubre, cuando se dirigía a Frontera Comalapa. Ese día se comunicó con sus familiares para decirles que era seguido por hombres en una motocicleta; desde entonces no se ha sabido de su paradero.


El asesinato del profesor López Aguilar, en Chicomuselo, es el hecho más reciente de una cadena de crímenes que no ha dejado de crecer, pese a la presencia militar en la zona.


También es muestra de que la violencia no perdona ni a los partidarios más convencidos de la 4T. López Aguilar era uno de ellos. Militante de Morena y representante regional de la sección 40 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, el profesor de telesecundaria era reconocido y respetado en su municipio, a quien se encargó que tomara la palabra al término de la marcha por la paz del 12 de octubre.


Tres días antes, en su conferencia mañanera, el presidente López Obrador respondió a una pregunta sobre la situación en Chicomuselo, en la que fue informado, con muchos detalles, sobre lo que estaba ocurriendo en el municipio.


“Estamos trabajando en todo”, aseguró el mandatario. “Allá en Frontera Comalapa y en todas esas comunidades limítrofes con Guatemala, la sierra de Chiapas, hay guardias nacionales, hay bastantes elementos que están ahí cuidando a la población, buscando que se normalicen las cosas. Ya se está entrando a las comunidades, se está avanzando en todas”.


La presencia militar no sirvió para impedir el homicidio de López Aguilar. De hecho, no parece hacer la menor diferencia.

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