Por la culata

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 23 Oct 2023 - 08:20hrs

El jueves, en su conferencia mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador puso en garantía su palabra de que la extinción de 13 fideicomisos del Poder Judicial en “nada” perjudicaría los derechos de los trabajadores de esa rama del gobierno. “Que estén conscientes que ellos no van a salir perjudicados en nada”, aseveró. “Soy un hombre de palabra y los compromisos se cumplen (…) Yo soy la garantía de que no se les va a tocar absolutamente nada de sus sueldos, de sus prestaciones”.


El mandatario incursionó así en un pleito que formalmente no era suyo, pues la iniciativa que propone tal cosa se encuentra en manos del Legislativo, donde ya fue aprobada por la Cámara de Diputados y ha sido enviada al Senado en forma de minuta para que la discuta y vote esta semana. López Obrador pudo haber esperado que se concretara dicha modificación legal y alegar entonces que tal fue la decisión soberana de otro de los Poderes. Pero no: decidió intervenir y poner en claro que todo se había originado en su voluntad. Es decir, en su deseo de saldar así las cuentas con los jueces, magistrados y ministros que se han negado a acatar sus órdenes, como sí lo han hecho, dócilmente, las bancadas oficialistas en el Congreso de la Unión.


Por eso, el primer mensaje de las decenas de miles de personas que salieron ayer a marchar en la Ciudad de México y otras ciudades del país fue que no confiaban en la palabra del Presidente. Unas movilizaciones que pudieron tener como blanco a los legisladores de Morena y sus aliados convirtieron en antagonista inequívoco a López Obrador.


El tiro de Palacio Nacional salió por la culata. Porque aquí ya quedó claro que no se trata de afectar los “privilegios” de unos cuantos –los más encumbrados integrantes del Poder Judicial, según esto–, sino de las pensiones, servicios médicos y otros derechos de la base trabajadora.


A menos de que se encuentren y expongan los medios y motivos vergonzantes por los que los inconformes se dejaron acarrear en pleno día de descanso, el gobierno tendrá que reconocer que su estrategia para someter al Poder Judicial naufragó y que se ha echado en contra a un gremio completo.


No es la primera vez que el Presidente deja en prenda su palabra. Pero, ¿acaso no prometió hacer crecer la economía en 4% anual promedio; disminuir a la mitad el número de homicidios dolosos al terminar su primer trienio; acabar con las importaciones de alimentos y combustibles; regresar a los militares a sus cuarteles; no cortar un solo árbol en la construcción del Tren Maya; respetar a los otros Poderes; presentar “en diez días” las pruebas de la corrupción en fondos y fideicomisos; acabar con el huachicoleo; descubrir qué sucedió con los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa; crear un sistema de salud a la altura del de Dinamarca; sacar las secretarías de Estado de la Ciudad de México; dejar de endeudar al país, etcétera?


 


Otro de los ofrecimientos que hizo el tabasqueño fue el de respetar el derecho a disentir. ¿Por qué entonces se cerró con vallas el Zócalo, el viernes pasado, cuando los trabajadores del Poder Judicial habían anunciado que realizarían una movilización hacia Palacio Nacional para exponer sus quejas?



El proyecto de eliminar los fideicomisos del Poder Judicial –que no se intentó mientras quien encabezaba la Suprema Corte y el Consejo de la Judicatura Federal era del agrado del Presidente– ha dejado claro que la mayoría oficialista en el Congreso trabaja como oficialía de partes del Ejecutivo y que lo que aquí está en juego es el equilibrio de Poderes. Ni más ni menos que la base sobre la que está construido nuestro sistema democrático.


Buscapiés


Mientras los trabajadores del Poder Judicial se movilizaban, en Palenque, Chiapas, se reunían los presidentes de Cuba, Venezuela y Colombia, entre otros, convocados por el presidente López Obrador, para hablar de la crisis migratoria que asuela al continente. Veremos si el encuentro termina en soluciones reales o en una simple oportunidad para que se tomaran una foto los mandatarios del mismo bando ideológico y para ponerse de acuerdo en otros temas.

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