Tránsfugas

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 10 Oct 2023 - 08:29hrs

Hace dos años, en los Juegos Olímpicos de Tokio, la clavadista china Quan Hongchan logró la calificación perfecta del jurado al ejecutar un salto de tres volteretas y media hacia dentro, un verdadero prodigio acrobático y un reto a la ley de la gravedad que le mereció la medalla de oro.


El mexicano Rommel Pacheco nunca consiguió cosa semejante en fosa, pero acaba de hacer una machincuepa política digna de notar, con un grado de dificultad que trituró cualquier noción de integridad y congruencia. Su clavado fue tan forzado que dejó al respetable viendo bizco.


El fin de semana, en Manzanillo, el medallista panamericano y diputado federal por el PAN anunció que se sumaba a la campaña de Claudia Sheinbaum. Cuando faltan menos de ocho meses para las elecciones, Pacheco firmó el llamado Acuerdo de Unidad para la Transformación que promueve la exjefa de Gobierno capitalino, quien, igual que hizo Andrés Manuel López Obrador en 2018, anda en la pepena de tránsfugas para fortalecer sus aspiraciones presidenciales.


“¿Quién no vio a Rommel Pacheco en la televisión cuando estuvo en las Olimpiadas? ¡Todos! ¿Y qué sentimos? Un enorme orgullo, ¿cierto o no? De que las mexicanas y mexicanos llegamos tan lejos, pues alguien como Rommel, como muchos deportistas, han levantado la mano y dijeron: ‘Yo quiero estar ahí donde está el pueblo de México, en la Cuarta Transformación’”, afirmó Sheinbaum.


Antes, Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, dio así la bienvenida al yucateco: “Déjenme presumirles que un gran talento mexicano, un joven que ha representado orgullosamente a nuestro país en las Olimpiadas y que le tiene un profundo amor a México y es un gran ser humano, dijo: ‘Es tiempo de definiciones y me voy a tirar el clavado más perfecto de mi vida’ (…) Desde ahora te adelanto que vas a ser muy feliz porque en este movimiento y en política no hay mayor satisfacción que alinear lo que uno piensa, sus ideas, con lo que uno siente, sus sentimientos, con lo que uno hace, sus acciones”.


Habrá que ver qué fue lo que alineó a Pacheco con Morena. Quizá haya sido que su aspiración de ser candidato a gobernador de Yucatán no se cumplió. Lo cierto es que ahora está en la órbita de Sheinbaum y que, al menos con él, Delgado tuvo que tragarse sus palabras de que quienes votaron en la Cámara de Diputados contra la reforma eléctrica de López Obrador se merecían la etiqueta de “traidores a la Patria”. Por lo visto, a Pacheco no le importó formarse con quienes lo calificaron de esa manera.


¡Qué pobre espectáculo da la política mexicana! Si Marcelo Ebrard se queja de que lo vencieron a la mala en el proceso interno de Morena, caen sobre él toda clase de improperios. Pero si cambia de bando alguien que se pronunció en el Congreso contra una de las modificaciones legales fundamentales que promovió el lopezobradorismo, y que también firmó la acción de inconstitucionalidad que presentaron los diputados de oposición contra el llamado plan B en materia electoral, es recibido con elogios y abrazos.


Hace unas semanas, le conté en este espacio cómo Sheinbaum fue hasta la casa de Xóchitl Gálvez, en agosto de 2017, para convencerla, por encargo de López Obrador, de sumarse a la campaña presidencial de éste. La entonces alcaldesa en Miguel Hidalgo no aceptó la invitación, pero su actual candidatura obliga ahora a los morenistas a fingir demencia respecto de cómo la veían hace seis años y a convertir en críticas todo lo que hubieran sido elogios en caso de que la hidalguense hubiese mordido el anzuelo.


Claro, el de Rommel Pacheco no es caso único de transfuguismo en la política mexicana, sino apenas el más reciente eslabón de una larguísima cadena de saltos mortales impúdicos. Éstos envían a la ciudadanía la señal de que los políticos son de la estirpe acomodaticia que recita el chiste atribuido a Groucho Marx: “Éstos son mis principios; si no le gustan, tengo otros”.


¿Será feliz Pacheco, como predice Mario Delgado? En una de esas sí, de conseguir un buen hueso. Lo que ya nunca podrá ser es coherente.


 

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