Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 25 Sep 2023 - 08:33hrs
El subsecretario Hugo López-Gatell presidió la aplicación de medidas de salud pública que dieron como resultado la muerte de centenares de miles de mexicanos durante la pandemia de covid.
También fue el funcionario que negó la escasez de medicamentos que sacó a las calles a los padres de niños con cáncer, a quienes él llamó “golpistas”; que calificó de “gran engaño” los consultorios de farmacia a los que acuden millones de mexicanos por no contar con seguridad social o por no tener confianza en ella o una cita para atenderse; que inventó que el presidente Andrés Manuel López Obrador no podía contagiar a sus gobernados por poseer una “fuerza moral”; que desestimó las ventajas de usar cubrebocas –“tiene una pobre o nula utilidad”– y de hacer pruebas para detectar la presencia del coronavirus; que acusó a los jóvenes de quitar a los adultos mayores la oportunidad de vacunarse; que minimizó el efecto mortal del SARS-CoV-2, al decir que era menor que el de la influenza, y que pronosticó que los fallecimientos por la enfermedad en México no pasarían de los 60 mil y que, si eso ocurría, sería “un escenario muy catastrófico”.
Ese mismo hombre hoy dice que quiere participar en la contienda interna de Morena para la candidatura a jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Se apunta pese a no estar en quiniela alguna, pues, aunque el actual gobierno tiene demasiada soberbia para reconocer sus pifias, nadie se ha atrevido a patrocinarlo.
Se promueve a sí mismo cuando queda absolutamente claro, incluso a los no iniciados, que el favorito para ese cargo es el exsecretario de Seguridad capitalino Omar García Harfuch y que, si no fuera él, después vendrían la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, y el presidente de Morena, Mario Delgado. Es más, si el candidato fuera él, la oposición tendría asegurada la victoria.
“López-Gatell para jefe de Gobierno” es una frase que nadie nunca ha expresado (salvo él). Su aspiración se la inventó él solo, en medio de un mar de tiradores que quieren el cargo, y en el que, como digo, ya hay uno por demás anclado para ser candidato.
La pregunta, entonces, es por qué. ¿Será porque la arrogancia que ha demostrado durante su gestión ahora lo lleva a pensar que tiene con qué competir? ¿Que repentinamente se ha vuelto de los preferidos en la corte de la “coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación”? ¿Que el mote de Doctor Muerte es una marca que alguien puede transformar en un torrente de apoyos?
Nada de eso es muy factible. La única otra posibilidad es que López-Gatell aspire a alguno de los premios de consolación que se mencionan en Morena para quienes no alcanzan la postulación que desean.
Probablemente imagina que, así como en la interna para alcanzar la candidatura presidencial, el oficialismo también reserva estímulos para los descartados en la capital. Y uno de ellos, ¿quién quita?, podría tocarle a él.
Entre esos premios se mencionan diputaciones y senadurías, cargos por los que a veces ni siquiera se tiene que competir, y que tienen la enorme ventaja de cubrir a los favorecidos con el manto de la inmunidad procesal.
Por simple descarte de posibilidades, lo que el subsecretario parece querer es fuero.
¿Fuero para qué? Para lo que se ofrezca. Por ejemplo, en caso de que la próxima presidenta de la República lo quiera convertir en chivo expiatorio de los pecados vergonzantes del obradorismo, donde él aparece, ahí sí, en primerísimo lugar.
Buscapiés
El fin de semana, pobladores del municipio de Frontera Comalapa, Chiapas, se apostaron a las orillas de la carretera 211, que une a esa cabecera municipal con la de La Trinitaria, para ver pasar y ovacionar a quienes, según ellos, los liberarán del yugo del Cártel Jalisco Nueva Generación. Lo malo es que esos liberadores no eran la fuerza pública –ni el Ejército ni la Guardia Nacional ni la policía estatal–, sino el Cártel de Sinaloa.