Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 16 May 2024 - 11:41hrs
Robert Lighthizer (Ashtabula, Ohio, 1947) es el excolaborador más cercano que tiene Donald Trump. Fue el representante comercial de la Casa Blanca durante su gobierno y ayudó a forjar una nueva visión estadunidense en la materia, que ahora incluso abraza el presidente Joe Biden.
Por eso, cuando habla este abogado es necesario escuchar. Sobre todo en México, país que exportó casi medio billón de dólares a la Unión Americana el año pasado. Y especialmente porque las posibilidades de que Trump esté de vuelta en la presidencia el año entrante son sumamente altas.
En una entrevista que apareció el lunes en el diario The Wall Street Journal, Lighthizer repitió su mantra de que EU debe acabar con el déficit comercial que tiene con otros países. Aunque Trump ha mostrado ser de la misma idea, durante su paso por el poder no tomó sino algunas medidas simbólicas en ese sentido —como poner aranceles a cosméticos y jabones franceses—, pues había otros funcionarios que lo contenían. Entre ellos, Peter Navarro, el exasesor comercial de la Casa Blanca.
A diferencia de otros trumpistas, que enfrentan problemas legales —como Navarro, condenado a cuatro meses de prisión por desacato—, Lighthizer evitó meterse en problemas. Tan es así que no ha sido convocado por el comité congresional que investiga el asalto al Capitolio de enero de 2021.
Eso no ha impedido que Trump y Lighthizer se manifiesten admiración mutua. En el libro que éste publicó el año pasado —titulado No trade is free (Ningún comercio es libre)—, el expresidente escribe que se trata de una “obra maestra” y el autor le devuelve el elogio diciendo que fue un “gran jefe”.
No sería raro, pues, que si Trump gana las elecciones de noviembre, vuelva con Lighthizer del brazo, y entre ambos se dediquen a poner obstáculos al libre comercio.
En todo caso, esas ideas ya lograron que el presidente Biden anunciara esta semana una batería de aranceles a productos chinos que llegan incluso al 100 por ciento.
Lo que más debiera preocupar en México es la intención de reducir los déficit comerciales de Estados Unidos, pues el que ese país tiene con México pasó de 113 mil millones de dólares en 2020, último año de la presidencia de Trump, a 152 mil millones en 2023.
Así que mientras los mexicanos disfrutamos del clima soleado que significan las expectativas de que el país se beneficiará del nearshoring como ningún otro, no nos hemos dado cuenta de que del otro lado de la frontera se está formando una tormenta que amenaza con poner de cabeza las bases de la liberalización comercial.
No olvidemos que el T-MEC —el tratado que reemplazó al TLCAN, estigmatizado por Trump y Lighthizer— prevé una revisión periódica de sus términos, algo que se ha dado en llamar la cláusula sunset (puesta del sol). La próxima será en 2026, es decir al año siguiente al que regresaría Trump al poder, si gana las elecciones.
En este espacio me he referido al hecho de que el gobierno no ha tomado suficientemente en serio la oportunidad que ofrece el nearshoring, pues no ha hecho la tarea en materias como energía, agua, certeza jurídica, formación de talento, infraestructura, seguridad pública y otras. Si encima de esos excesos de confianza ahora se van subestimar los efectos potenciales de un regreso de Trump (y de Lighthizer) a la Casa Blanca, hay razones para estar preocupados.
Estados Unidos podría subvertir las reglas básicas de libre comercio y aun así salir adelante como país, por su poderoso mercado interno de 20 billones de dólares y por ser el emisor de la moneda hegemónica del mundo, pero ¿y México?
BUSCAPIÉS
*Ayer comenté en este espacio la masacre, el asesinato despiadado de 11 personas, que se dio en el ejido Nueva Morelia, del municipio chiapaneco de Chicomuselo. Interrogado al respecto en su mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador se rehusó a hablar al respecto. Pese a que el tiempo casi nunca es un bien escaso en sus conferencias, alegó que tenía prisa por irse al Estado de México.