El segundo aire

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 30 Abr 2024 - 09:07hrs

Aún es pronto para saber si el debate de aspirantes presidenciales del domingo significará algo en el resultado de la elección del 2 de junio.


Primero, porque esos efectos, cuando ocurren, no aparecen de inmediato. Segundo, porque ha habido tal desaseo en el manejo de las encuestas que, por lo menos a mí, me resulta imposible saber si la contienda ya se decidió o la moneda está en el aire. Lo que se puede decir por ahora, sin margen de error, es que el segundo debate, en los Estudios Churubusco, renovó el espíritu de la candidata opositora Xóchitl Gálvez. Al conversar con ella ayer en Imagen Radio y escuchar otras entrevistas que dio a lo largo del día, percibí una seguridad en sí misma que se había desvanecido luego de su desastrosa actuación en el primer encuentro.


Claro, sus simpatizantes no reconocieron la cantidad de equivocaciones que cometió aquel domingo 7 –y se lanzaron contra cualquiera que se atrevió a señalarlos–, pero ayer la hidalguense tuvo la honestidad de admitir lo sucedido.


Entre otras cosas, explicó que la filtración del video de su hijo, cuatro días antes, la había entristecido y desconcentrado. Asimismo, que se había sentido incómoda en el traje sastre blanco que algún asesor le recomendó ponerse aquel día (aquí comenté que me había parecido muy mala idea vestirse así). “Una aprende de sus errores”, me dijo.



No cabe duda: la Xóchitl Gálvez que se presentó en el segundo debate y que vemos en el posdebate tiene mucho más que ver con la que se ha dado a conocer públicamente en las últimas dos décadas. Y nada que ver con la candidata acartonada, superproducida y sobreensayada de tres semanas atrás.


Es difícil saber si el tiempo que transcurrió entre estos dos encuentros marcará el destino de su candidatura. Bien dicen que en política el tiempo perdido no se recupera jamás. Pero domingo y lunes, la excomisionada de Asuntos Indígenas salió a escena con una buena dosis de endorfinas.


En el debate no dio tregua a su contrincante. Inclemente, bombardeó a Claudia Sheinbaum con señalamientos de todo tipo: que si su casa, que si su empresa, que si los empleos perdidos en la Ciudad de México, que si la Línea 12, que si el agua sucia de Iztapalapa, que si el Colegio Rébsamen, que si su exmarido y el dinero de Carlos Ahumada, que si se atrevería a investigar a los hijos del Presidente…


La usual disciplina de la exjefa de Gobierno se fue resquebrajando hasta que perdió la paciencia. Asediada y hastiada, perdió también el control y sacó los adjetivos de la cartuchera.


Por lo visto, Sheinbaum había acudido al debate con un objetivo principal: defender la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador, como no había hecho en el primer encuentro de candidatos. Aparentemente, el reclamo presidencial del martes 9 había calado hondo en su ánimo y quiso sacarse la espina. Quizá no se esperaba la gran cantidad de información que Gálvez había recopilado para incomodarla y que acabó sacándola de balance.


Fue un comentario del emecista Jorge Álvarez Máynez –a quien el domingo se le acabó la magia de la primera impresión– el que dio la posibilidad a Gálvez de anotar el gol definitivo del cotejo.


El zacatecano llevaba varias menciones a Vicente Fox, el presidente que la metió a la política, cuando ella, ya harta, le lanzó un reproche: “Yo soy Xóchitl Gálvez, no Fox. Él está en su rancho y yo me mando sola”. Allí surgió uno de esos lemas que terminan impresos en playeras y que sirvió, quizá involuntariamente, para subrayar lo que la candidata del oficialismo llevaba haciendo desde hacía más de una hora: congraciándose con el hombre que le había entregado el bastón de mando.


La implicación estaba en el aire y no necesitaba verbalizarse: mientras tú le debes todo al Presidente y haces lo que él te dice, yo me mando sola. Algo que choca de frente con el momento histórico que se vive: la llegada de la primera mujer a la Presidencia de México, una verdad que Sheinbaum suele condensar con la frase “es tiempo de mujeres”.


En lo que toca a los debates, el marcador entre las candidatas está empatado a uno. En tres semanas sabremos cuál de las dos se anota la victoria en el tercero y último.

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