Tan near… pero tan far

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 09 May 2024 - 08:33hrs

El lugar común sugiere que México sólo tendrá que estirar la mano para disfrutar de los jugosos frutos del nearshoring.


Es verdad que por su ubicación geográfica, dotado de una larga frontera con el mayor mercado mundial, nuestro país es el destino natural de inversionistas que no quieren verse afectados por el enfrentamiento comercial y político de Estados Unidos y China.


El proceso de relocalización de cadenas productivas promete premiar a los ganadores con nuevas inversiones por decenas de miles de millones de dólares.


Eso es lo que México podría obtener, pero también perder —por lo menos parcialmente— en caso de no reforzar sus ventajas competitivas respecto de otros países.



Quien no crea que el premio del nearshoring se nos puede escapar de entre las manos no tiene sino que ver cómo se han beneficiado de este proceso Brasil, Indonesia y Vietnam, que se encuentran a miles de kilómetros de Estados Unidos. En 2022, ese país sudamericano triplicó las inversiones de origen extranjero recibidas por México; el año pasado, casi las duplicó.


Entre otras cosas, Brasil ha creado una abundante oferta de energía limpia, que es cada vez más cotizada por las empresas manufactureras. Si se compara la oferta de energía fotovoltaica que los brasileños esperan tener en 2028, ésta es diez veces más grande que la de México.


Los apagones ocurridos el martes en 21 entidades federativas, incluida la capital, debieran poner a reflexionar al liderazgo político de nuestro país, pues es reflejo de una inversión insuficiente en el sector. Sería ingenuo pensar que en el exterior no están tomando nota.


 


 


 



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Víctor Ramírez, especialista en el sector de la consultora P21 Energía, afirma que si se hubieran mantenido las subastas de energía —suspendidas por este gobierno en diciembre de 2018—, esta situación no se estaría dando.


Si un inversionista global está buscando un destino para reubicar o expandir su negocio y puede escoger entre un país con energía limpia abundante, seguridad pública, infraestructura adecuada y mano de obra calificada, frente a otro que no está al mismo nivel en dichas categorías, quizás optará por el primero, aunque el segundo tenga una ubicación mejor.


Las inversiones también están sujetas a distintos vaivenes. Un ejemplo es la incertidumbre en la que ha entrado la construcción de la gigafactory de Tesla en Santa Catarina, Nuevo León.


El proyecto, que causó tanta algarabía el año pasado, ha entrado en un pasmo. Las versiones varían: unas dicen que el empresario Elon Musk sólo lo planteó en un momento en que iba cayendo el valor de sus acciones, sin ánimo real de concretarlo; otras, que el desplome de las ventas de sus vehículos eléctricos y el ascenso de las de su competidor chino BYD lo obligaron a hacer recortes y repensarlo, y unas más, que las promesas de inversión en la zona que hizo el gobierno de Nuevo León, mismas con las que debía cooperar el gobierno federal, no se han materializado, e incluso que a Musk no le ha divertido el uso político que se ha querido dar a su marca en el contexto de las actuales campañas electorales.


Sean las que fueren las razones del frenazo de Tesla, los mexicanos debemos de entender que la oportunidad de atraer inversiones representada por el nearshoring no se materializará nada más porque sí o por nuestra linda cara.


Otro hecho superviviente que puede hacer que nuestra poderosa industria automotriz se vea rebasada es el avance que tengan otros países en materia de locomoción eléctrica y de robotización de los procesos productivos, rubros en los que estamos fuertemente rezagados. Las ventajas comparativas de nuestra avezada mano de obra corren el riesgo de esfumarse en poco tiempo.


Como lo sabe cualquier aficionado a la Fórmula 1, salir en pole position da grandes ventajas a un piloto, pero no le asegura llegar a la meta en primer lugar.


Si México no hace la tarea —y una de ellas es dejar de asumir que hay un “momento mexicano” irremontable para los demás países—, el nearshoring puede volverse en espejismo, en el que nos encontremos lejos del objetivo a pesar de estar tan cerca.

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