Tinta y tinte de una mujerValeria Aime Tannos Díaz |
| 09 Ene 2024 - 09:46hrs
Recientemente el famoso autor mexicano Federico Navarrete me ha dejado pensando en dos de sus libros más famosos; México racista: Una denuncia y Alfabeto del racismo mexicano y en ambos libros toca temas similares del racismo en México y cómo se ha ido viviendo desde la conquista. Aborda temas que deberían ser más reflexionados.
En uno de los capítulos de Alfabeto del racismo mexicano menciona a las trabajadoras domesticas, un tema poco hablado y tratado, pero a mi perspectiva, de los más importantes y arbitrarios que existen hoy en día, ya que muchas personas en el país tienen trabajadoras domesticas en sus hogares.
Aunque es un tema que ha ido evolucionando y que hoy en día se establece en el artículo 331 de la Ley Federal del Trabajo todos sus derechos y sus obligaciones, la realidad es que en muy pocos hogares eso se respeta o se lleva a cabo de manera legal.
No es tan difícil entenderlo o darse cuenta porque en nuestras conversaciones o pensamientos diarios, pocas veces nos preguntamos por ellas, por lo que hacen en el hogar, por sus tareas, por los pagos justos, o no, por su tiempo libre, por sus comidas, etc.
Según un artículo que salió recientemente en El Economista, más de 2.1 millones de personas en el país se dedican al trabajo domestico, a mí me parece que es un número bastante amplio y un sector que está invisibilizado o ¿alguna vez piensas si le cargas la mano con sus tareas? ¿piensas si le estás pagando lo justo?
Como ya mencioné, hay todo un título en la ley ya mencionada que habla sobre esto y trata de regularlo, pero a muchos no les conviene que eso se lleve a la practica. A lo largo de mi vida adulta he visto con frecuencia abusos por parte del empleador hacia su trabajador domestico, lo veo más en aquellos que se encargan del cuidado de los hijos.
He visto cómo jamás se les respetan sus horas de trabajo (la mayoría de las que cuidan a los hijos viven en la casa del empleador) aunque tengan un horario laboral, este jamás es cumplido, no se les respeta ni sus horas de comida, mucho menos las horas vitales del sueño; deben estar atentas a lo que se necesite.
Es irónico porque todos los trabajadores siempre están peleando sus derechos y siempre quieren lo justo; pelean por sus horas de comida, por sus horas de entrada y salida, por un salario digno, pero esas mismas personas son arbitrarias con las personas que llevan el mantenimiento de su hogar.
Dentro de este mismo sector se vive con frecuencia el racismo, el clasismo y el sexismo. Concuerdo con Federico Navarrete y con decenas de artículos que han tocado este delicado tema en que son personas en las que casi siempre cae el racismo en los hogares, en las que ni siquiera suelen llamarles por su nombre.
Hasta cosas más grandes como decirles cómo deben vestirse, ocultarlas en reuniones familiares, permitir abusos dentro de la casa y de las cosas más importantes: el sexismo; suele pensarse que únicamente las mujeres son las encargadas de hacer estas tareas y raras veces se le da oportunidad al hombre de llevarlas a cabo.
Se piensa que la mujer es mejor para cuidar a los hijos o para mantener limpia la casa, incluso el nivel de confianza aumenta cuando se ve que es una mujer la que entrará a nuestros hogares a ayudar las labores domésticas. No es usual ver a hombres haciendo esas tareas y en definitiva la población no les brinda esa confianza.
Otro tema muy abordado es el de la paga, usualmente se les paga por debajo de lo justo y se piensa que eso está bien, que no necesitan más porque viviendo en los hogares en los que trabajan no necesitan gran cosa teniéndolo todo a la mano; un techo y comida diaria (a veces ni eso), pero eso no quita que deba pagarse lo justo.
No quita que por obligación se debe pagar por hacer un trabajo, se debe recibir un aguinaldo justo y se deben tener prestaciones. Es un trabajo que necesita el mismo respeto que todos los demás, no se puede pagar con agradecimiento o regalándoles cosas que ya no quieren los empleadores.
Cabe mencionar que ellxs son los que mantienen muchas veces la estabilidad de los hijos y de la casa, en general de toda la familia y por esa razón y por el simple hecho de ser seres humanos igual que todos los demás, se merecen todo lo que dice nuestra constitución y nuestros códigos.
Un sector tan vulnerable y con tan poca respuesta por parte de la sociedad y muchas veces de las mismas leyes, pero que merece ser tratado con dignidad, como cada uno de nosotros que tenemos un trabajo y todos los días peleamos por nuestros derechos laborales.