Delahuertismo: antesala de la rebelión

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 20 Nov 2023 - 09:37hrs

El 18 de noviembre de 1923, el candidato presidencial Plutarco Elías Calles visitó Puebla como parte de su campaña electoral, misma que se había iniciado dos meses antes en Monterrey. El estado era un bastión político del expresidente Adolfo de la Huerta, quien había asumido el poder tras el asesinato de Venustiano Carranza y que fungió como secretario de Hacienda del presidente Álvaro Obregón.


El equilibrio político establecido en 1920, a manera de un triángulo formado por Obregón, Calles y De la Huerta, estaba roto. La renuncia de éste a Hacienda había adquirido tonos de escándalo. Para contrarrestarlo, Obregón ordenó que el exfuncionario fuese señalado de malversación de fondos. Sin embargo, la presencia política de De la Huerta no dejaba de crecer y ya había dicho que aceptaba ser candidato del Partido Nacional Cooperatista (PNC). Dirigida por el diputado potosino Jorge Prieto Laurens, esa agrupación política sería clave en el origen de los hechos de violencia política que se desencadenarían a principios de diciembre de 1923.


El legislador había dejado de apoyar a Calles, a raíz de que Obregón no reconoció su triunfo en las elecciones para gobernador de San Luis Potosí, temeroso de la fuerza que con ello adquiriría el PNC. El presidente estaba escamado por la forma en que el Partido Liberal Constitucionalista había limitado su actuación y, recién deshecho de él, no quería que la historia se repitiera con los cooperatistas. Prieto Laurens estaba decepcionado por la falta de respaldo a su reclamo por parte de Calles, quien hasta septiembre había sido secretario de Gobernación. Por eso se empeñó en empujar a un dubitativo De la Huerta a lanzarse como candidato.


El 31 de octubre, la violencia entre callistas y delahuertistas dejó de ser meramente verbal. Ese día, en la Cámara de Diputados hubo un intento de asesinar a Prieto Laurens. Una y otra facción luchaban férreamente por el control de la Mesa Directiva. Los delahuertistas acusaron al general Arnulfo R. Gómez, jefe de las operaciones militares en el Valle de México, de haber estado detrás del atentado. El presidente Obregón respondió en términos muy duros, aseverando que el señalamiento era temerario, mientras que Gómez denunció el descubrimiento de un acopio de armas en la sede del PNC.


Las declaraciones de uno y otro lado fueron escalando hasta que ocurrió la visita de Calles a Puebla. Desde los balcones del hotel Arronte, los dirigentes callistas –entre ellos, Luis N. Morones y Antonio Díaz Soto y Gama—, así como el propio candidato presidencial, lanzaron discursos incendiarios contra sus adversarios. En Puebla, y también en Tlaxcala, la jornada terminó con enfrentamientos a balazos, pedradas y cuchilladas entre los dos bandos, con un saldo de muertos y heridos.


El 20 de noviembre —hoy hace un siglo—, mientras los cooperatistas preparaban la toma de protesta de De la Huerta como candidato presidencial, el general Gómez declaró que se había descubierto un movimiento rebelde en el seno del Ejército. El 23, varios presuntos sublevados fueron consignados por la PGR ante un juez. El 29 de noviembre se dio un hecho que marcaría la decisión de los delahuertistas de renunciar a la actividad electoral y emprender la rebelión armada. Al intentar hacerse de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados para el mes de diciembre, fracasaron en completar el quórum. Horas después, sus principales dirigentes salieron de la Ciudad de México para preparar el alzamiento.


El 6 de diciembre, el general Guadalupe Sánchez Galván —jefe militar de Veracruz, quien había sido clave en el derrocamiento de Carranza en 1920— anunció la desobediencia de su tropa al gobierno y tomó Xalapa. Mientras tanto, Salvador Alvarado se levantó en Jalisco, El día 7, De la Huerta lanzó su Plan de Veracruz, desconociendo a los tres Poderes de la Unión. Apoyado por el resto del Ejército y por el gobierno estadunidense, Obregón lograría suprimir en pocos meses la rebelión, que tuvo un costo de 7 mil víctimas. Sus principales dirigentes, entre ellos De la Huerta, Prieto, Sánchez y Alvarado, se fueron al exilio. Así terminaría la sublevación más notable que enfrentó el grupo ganador de la Revolución Mexicana.

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