Creer o saber

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

.

| 16 Nov 2023 - 10:12hrs

No cabe duda que el trabajo de las fiscalías deja mucho que desear en México.


Ahí está –como un caso de mala práctica– la investigación sobre la muerte de la joven Debanhi Escobar, cuyo cuerpo fue encontrado en la cisterna de un motel en abril de 2021, en el municipio de Escobedo, Nuevo León.


Luego de que las autoridades estatales no obtuvieran un resultado concreto de la causa del fallecimiento, el caso fue atraído por la Fiscalía General de la República, pero han sido los padres de Debanhi quienes han mantenido vivas las pesquisas, aportando datos que indicarían que murió por asfixia.


Es verdad que el trabajo criminalístico deficiente es una realidad en este país, donde la enorme mayoría de los pocos crímenes que se resuelven encuentran castigo por flagrancia y no por investigaciones periciales. También lo es que el papel que juega la opinión pública –a través de los medios de comunicación y las redes sociales– muchas veces no ayuda a saber la verdad.


Hoy está a discusión el presunto asesinato del magistrado electoral aguascalentense Ociel Baena, ocurrido la madrugada del lunes en la capital estatal. La fiscalía de la entidad ha dado a conocer que, de acuerdo con sus primeras investigaciones, el funcionario fue asesinado por su pareja, quien luego se suicidó.


No obstante, la familia rechaza esa conclusión, argumentando que ambos se llevaban muy bien, y pide que se profundicen las pesquisas por la posibilidad de que hubiesen sido víctimas de un crimen de odio, tomando en cuenta que Baena había recibido mensajes amenazantes.


La fiscalía sostiene que nadie más estaba en el domicilio cuando ocurrió la muerte de las dos personas, pues las cámaras de seguridad no registran la entrada o salida de alguien, hasta que la empleada doméstica encontró los cuerpos más tarde esa misma mañana. Puede decirse que hasta ahí es inobjetable el trabajo pericial. Pero la fiscalía agregó dos datos que no resultan relevantes para la investigación: el primero, que la muerte de Baena se originó por una discusión de la pareja en la recámara del piso superior de la casa, algo imposible de probar sin testigos; el segundo, que el presunto asesino había consumido drogas, lo cual no explica en sí mismo los hechos.


Esas fallas de comunicación de la fiscalía dieron lugar a una consigna que recorre las redes y resume el sentir de una parte de la opinión pública: “Crimen pasional, mentira nacional”. El hecho de que Baena fuese un miembro muy relevante de la comunidad de la diversidad sexual y que se identificara como una persona no binaria ha influido en la percepción de que pudo haber algo más detrás de su muerte.


En este punto, es necesario recordar otro episodio en el que se pusieron en duda, en la esfera de la opinión pública, los hallazgos iniciales de una fiscalía sobre un caso de fallecimiento: el del joven veracruzano José Eduardo Ravelo Echavarría, quien murió en Mérida el 3 de agosto de 2021.


Durante semanas se señaló a policías municipales de la capital yucateca de haberlo violado y torturado. Efectivamente, lo habían detenido, el 21 de julio de ese año, por haber lanzado un pedazo de mosaico a un taxi, pero lo liberaron a la mañana siguiente. El 23 de julio, su madre llegó a Mérida y lo encontró en muy malas condiciones y lo llevó a un hospital. Su hijo le dijo que los policías lo habían violado, versión que se viralizó en redes sociales y fue retomada por muchos medios de comunicación.


El caso llegó hasta la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien aseguró: “Hay indicios de que fue vejado, perdió la vida en manos de la policía municipal”. Aupada por el interés presidencial por el hecho, que ocurrió en un municipio gobernado por el PAN, la FGR lo atrajo. Después de una investigación acuciosa, debió concluir que la policía local no tenía responsabilidad. El joven había muerto por un cuadro de neumonía.


En conclusión, las fiscalías deben mejorar sus procedimientos y su comunicación. Y todos los demás debemos evitar adelantarnos, con deducciones propias, a los resultados de las investigaciones.


Posdata: en un mundo en el que se impone lo que se quiere creer a lo que realmente es, el periodismo resulta cada vez más necesario.

Más entradas de Bitácora del director