Desapariciones y protestas 

Tinta y tinte de una mujer

Valeria Aime Tannos Díaz

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| 13 May 2025 - 08:52hrs

Como cada año, el pasado 10 de mayo se celebró el Día de las Madres. Una celebración que los mexicanos llevamos a cabo para honrar, agradecer y presumir a nuestras madres. Los restaurantes se llenan de gente, las reuniones familiares se hacen divertidas y las flores abarrotan en las calles. Una de las mejores formas de festejar a nuestras mamás es invitándolas a comer y regalándoles chocolates para que ellas se sientan mimadas, por lo menos un día.


 


Prácticamente cada día de las madres el país se une para celebrar a esos seres maravillosos que nos cuidan, nos procuran, nos escuchan y que dan todo por nosotros, sus hijos. Se dice que las madres están dispuestas hasta a dar la vida por sus hijos. Hasta ahí todo suena bonito y amoroso, pero ¿y las madres que ya no pueden dar la vida por sus hijos? ¿Qué pasa con esas madres que ya no tienen con ellas a aquel hijo por el que habrían dado la vida? ¿Has pensado en las madres buscadoras?


 


Últimamente hemos escuchado mucho de aquellas madres que dedican el resto de sus vidas a buscar a sus hijos desaparecidos y que todos los días siguen luchando por encontrar lo que sea que puedan de ellos ¿Has pensado en aquellas madres a las que el Estado, por su omisión, les ha arrebatado el festejo del 10 de mayo? Pues este año pensé en ellas y creo que no soy la única. Estoy segura de que muchos de ustedes también lo hicieron pues, como dije, desde hace tiempo las hemos podido ver más de cerca.


 


Desde hace aproximadamente 13 años, cada año en el país se hacen diversas marchas en todos los estados. Este año no fue la excepción, ya que se llevó a cabo la XIII Marcha de la Dignidad Nacional “Madres Buscando a sus Hijos, Hijas, Verdad y Justicia” en la que las madres que han sido víctimas de las desapariciones del país salen a exigir justicia y visibilidad ante la fuerte crisis de inseguridad que les arrebató el hermoso festejo del Día de las Madres.


 


Según el último informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en el país hay un aproximado de 127,000 personas desaparecidas; personas que son o fueron hijos de alguien, y de los cuales, muchos colectivos de madres buscadoras afirman que se trata de desaparición forzada, uno de los delitos más graves de nuestro país que básicamente se trata de la desaparición y privación de la libertad de una persona, perpetrada por el Estado.


 


Es un delito en el cual el mismo gobierno, que debería proporcionarte seguridad, te desaparece o te priva de tu libertad. Desde hace muchos años esto ha sucedido en México y parece ir en aumento. Como consecuencia de este delito y del casi nulo apoyo de las instituciones gubernamentales, se han creado diversos colectivos en todo el país que se encargan de reunir a los padres y a las madres de hijos desaparecidos para llevar a cabo búsquedas exhaustivas en las que, cabe mencionar, han tenido resultados impresionantes para encontrar los cuerpos de los desaparecidos.


 


Recientemente uno de los colectivos más grandes de Jalisco llamado “Colectivo Guerreros Buscadores” encontró restos en el rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco. Se afirmó que dicho rancho funcionaba como un centro de entrenamiento y de exterminio. El gobierno lo tuvo frente a sus narices todo el tiempo y no “encontraron” nada, aun cuando ya existían sospechas de que ahí pasaba algo. El colectivo hizo lo que tenía que hacer y rápidamente se volvió noticia nacional.


 


Gracias a los colectivos se han encontrado muchas fosas y personas desaparecidas. Hay que tener en cuenta que, para empezar, estos colectivos no deberían hacer este trabajo, sin embargo, como han dicho las mismas madres buscadoras: “si no lo hacemos nosotras, nadie más lo hará” y con el paso del tiempo eso ha sido cierto. Dudo que el Estado no actúe por falta de capacidad, pero no indagaré en sus razones para actuar, o no actuar, como se debe.


 


Veracruz no se quedó atrás y debido a que en nuestro estado las cifras de personas desaparecidas son altísimas, los colectivos salieron a marchar y a exigir visibilidad. El último informe del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas mostró que en la actualidad hay un aproximado de 7,050 personas desaparecidas y 260 cuerpos sin identificar, lo que debería provocarnos una enorme indignación. Es sorprendente que, año con año esas cifras vayan en aumento.


 


Por tal motivo, en todo el estado se hicieron diversas marchas encabezadas por madres que ese día no tendrían que estar buscando a sus hijos, tendrían que estar festejando con ellos una fecha tan importante en el país. En lugar de recibir abrazos o flores, reciben desprecios, invisibilidad, desplazamientos y revictimización (que, por cierto, las madres buscadoras reciben un alto nivel de revictimización por parte de las “mágicas” fiscalías).


 


En el estado de Veracruz actualmente hay 46 colectivos de madres y padres buscadores, en los cuales, en cada marcha, se escuchan lemas como “Yo quiero un abrazo de mi hijo desaparecido que me quitó el Estado”, “Diez de mayo no es de lucha, es de protesta” “Con el gobierno o sin él llegaremos a la verdad” “Las madres llegarán a la verdad”, entre otros. Y en lugar de llevar flores en sus manos, cargan con profunda tristeza las fotos de sus hijos desaparecidos.


 


Los colectivos tienen en común un factor importante para su creación: la inacción de las fiscalías, la nula respuesta de las autoridades ante un delito tan grave e inhumano como la desaparición de personas. Al mismo tiempo, muchas madres buscadoras afirman que el mismo gobierno colabora con el crimen organizado.


 


Este año me tocó reflexionar respecto a lo que significa el 10 de mayo para muchas personas: para aquellos que no tuvieron una madre a quien celebrarle con comida o chocolates, que tuvieron que ir al panteón o a la marcha a exigir justicia; para las madres buscadoras y para las madres desplazadas, que no tienen el privilegio que tal vez muchos de nosotros sí tenemos.


 


Hice conciencia de todo lo que está pasando en nuestro país y de las madres que cargan palas en lugar de flores; de aquellas que ya no buscan culpables, solo buscan encontrar (como sea) a sus hijos; y de aquellos hijos que no tuvieron a quién celebrar. Lo único que tengo muy claro es que esto tiene culpables, y que esos mismos culpables están revueltos entre sí.


 


Te invito, lector y lectora, a que tú también tú te tomes unos minutos para reflexionar por todas aquellas madres e hijos que están pasando por esta situación.


 

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