![]() | Tinta y tinte de una mujerValeria Aime Tannos Díaz |
| 15 Abr 2025 - 08:36hrs
Quiero empezar este artículo hablando un poco del primer acoso que recibí en mi vida. Yo era muy pequeña y recuerdo a un niño mayor que yo esperándome afuera de los baños para que cuando yo saliera pudiera correr detrás de mí; más adelante los acosos se hicieron más frecuentes. Yo crecí y conmigo creció la cantidad de hombres que me miraban en la calle, que incluso me seguían o que insistían en tener algo conmigo.
Pero estas historias no son sorprendentes, pues no son poco frecuentes. A cualquier mujer que le preguntes si ha sido acosada una o varias veces en la vida te dirá que sí y seguramente tendrá muchas historias al respecto. Hasta la fecha el acoso sigue en mi vida y parece que esto no terminará en un rato. Ahora también me acosan desconocidos por internet, quienes me envían mensajes muy desagradables e incluso me desean lo peor del mundo.
Entiendo que los temas de los que hablo podrían no gustarles a algunos hombres y también entiendo las razones. Lo que me cuesta trabajo entender es cómo todas las mujeres tenemos por lo menos una historia de acoso, pero los hombres afirman no haber acosado jamás a nadie. Tampoco entiendo por qué el INEGI asegura que solamente el 70.1% de mujeres en México ha recibido acoso. Nosotras, las mujeres, tenemos otros datos.
Ahora quiero hablar del acecho, ese que no es acoso pero que también pone en peligro nuestra privacidad y nuestra vida. Aunque parezca impresionante me fue muy difícil encontrar información acerca del acecho en México. La información es muy limitada e incluso suele no tomarse en serio, cuando se trata de algo gravísimo que ocurre en el país.
El acecho es una conducta que consiste en un contacto repetido que hace sentir miedo o acoso a una persona. Esto puede ocurrir por medio de la tecnología, por medio de llamadas insistentes, por medio de mensajes o siguiendo físicamente a la víctima, pero es muy importante recalcar que el acecho es una conducta sin fines de connotación sexual, y lo menciono como un antecedente muy importante de lo que a continuación hablaré.
Es importante mencionar que, en el Código Penal del estado de Veracruz, no existe el delito de acecho. Aunque tenemos el delito de acoso sexual en el artículo 190, el cual empieza puntualizando que el acoso es un delito con fines lascivos y que se sanciona con prisión desde seis meses hasta tres años a la persona que acose u hostigue reiteradamente a una persona; cuando se trata de un menor de edad la pena sube hasta siete años. Pero lo importante aquí es el énfasis en “Con fines lascivos” lo que me hace plantearme la siguiente pregunta ¿si el acto no es lascivo, mi vida ya no corre peligro?
Yo estoy segura de que mi vida sí corre peligro, aunque no me ataquen bajo esa suposición. Recordemos que muchos asesinos a los cuales les han hecho series o películas no se guiaban bajo ese supuesto. Teniendo ya esta información y la diferencia entre acoso y acecho tengo que mencionar algo muy bueno que acaba de ocurrir en el estado de Nuevo León (no todo allá son malas noticias).
Valeria Macías es una mujer activista y maestra que durante mucho tiempo fue víctima de acecho. Su agresor nunca le mandó mensajes con connotación sexual, pero durante varios meses la seguía, la molestaba, le escribía para decirle que sabía su ubicación y, básicamente, la estuvo acosando y hostigando una larga temporada y cuando Valeria decidió acudir a denunciar, las “estupendas” autoridades de la Fiscalía le dijeron que no.
Su acusación no tenía fundamento legal e incluso le dijeron que su vida no corría peligro. Básicamente la única manera de regresar a denunciar era volver a intentar cuando ya estuviera muerta (eso le dijeron a ella). Se burlaron de su caso en la cara y la dejaron ir a su suerte, pero ella no se quedó con los brazos cruzados y tiempo después logró que, por lo menos por unos meses, detuvieran a su agresor con el fundamento de que su vida sí corría peligro.
Esto solo duró ocho meses, ya que una jueza dejó en libertad al acosador ya que argumentó que no había sustento legal que lo mantuviera privado de su libertad y es ahí cuando Valeria Macías decide impulsar una iniciativa de ley que hoy es llamada la “Ley Valeria” en la cual se reconoce al acecho como un delito. La buena noticia es que el 25 de marzo de este año el congreso de Nuevo León aprobó esta iniciativa de ley.
Se trata de una ley que sanciona con penas de seis meses a dos años de prisión a la persona que aceche. Esta ley busca prevenir feminicidios y garantizar la seguridad de las mujeres dándole un giro al delito de acoso para que ahora se pueda denunciar, aun cuando no haya un acto de connotación sexual de por medio. Esto es un enorme avance para la protección de mujeres y, de llevarse a cabo de manera correcta, podría prevenir muchos feminicidios, sobre todo en un estado tan inseguro para las mujeres como Nuevo León.
Aunque no está aprobada en otro estado del País, estoy segura de que este avance es tan grande que dentro de poco tiempo se estará impulsando en otras regiones. Lamentablemente detrás de la creación y el impulso de estas nuevas leyes muchas veces está la vida de una mujer que fue resiliente y que, como consecuencia de su historia termina por implementar estos avances. Ahora tenemos más métodos de protección y de seguridad para nosotras.
Creo que Valeria Macías empezó con algo increíble que no dejará huella únicamente en Nuevo León y espero pronto ver esa ley y ver las reformas necesarias para su implementación aquí en Veracruz. Quiero mencionar nuevamente que el acecho y el acoso van de la mano y aunque aquí no está tipificado y no tiene como tal una sanción, no deja de estar mal y no deja de ponernos en peligro a todas las mujeres y, en general, a todas las personas.