Extra omnes!

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 25 Abr 2025 - 09:43hrs

Mañana sábado, al concluir el funeral del papa Francisco –fallecido la mañana del lunes 21–, el Vaticano dará a conocer la fecha del inicio del cónclave, del que habrá de salir su sucesor.


Como le decía aquí el miércoles, este proceso de designación, en el que los cardenales electores se reúnen y votan a puerta cerrada, ha cautivado a católicos y no católicos por más de siete siglos.


De hecho, en enero de 2026 se cumplirán tres cuartos de milenio de la realización del primer cónclave, celebrado en Arezzo, que concluyó con el nombramiento del papa Inocencio V, uno de 16 pontífices nacidos en lo que hoy es Francia.


De los 266 hombres que han ocupado la Cátedra de San Pedro, 75 surgieron de un cónclave reglamentado. El que se llevará a cabo en los primeros días de mayo será el más concurrido de la historia, pues hay 135 cardenales con derecho a votar, aunque se espera que, por la enfermedad de dos de ellos, participen 133.


La idea de recluir a los cardenales se originó en 1268, luego de la muerte de Clemente IV, en noviembre de ese año. Los cardenales de entonces se reunieron para elegir a un sucesor –una mecánica establecida desde el Gran Cisma de 1054–, pero la decisión comenzó a demorarse por la división entre los asistentes franceses e italianos.


En su libro Lives of the Popes (1997), el catedrático Richard P. McBrien relata que, cuando el impasse se acercaba a los tres años, Juan de Fidanza, ministro de los franciscanos, mandó encerrar a los cardenales en el palacio papal de Viterbo y amenazó con matarlos de hambre, si no elegían rápidamente a un sucesor. Eso llevó al acuerdo de nombrar como Papa a un cruzado de nombre Teobaldo Visconti, quien tuvo que ser traído exprofeso desde el Levante.


El nuevo Papa, quien adoptó el nombre de Gregorio X, decidió normar la sucesión papal, para que no se repitiera aquel punto muerto, dejando viva la regla del encierro –de ahí la expresión “cónclave”, que significa “bajo llave” en latín– e incluso imponiendo condiciones muy duras a los cardenales, como dotarlos sólo de pan y agua, si tomaban demasiado tiempo en anunciar su decisión. Aquel primer cónclave duró diez días.


El proceso fue refinado por Gregorio XV, en 1621, mediante la bula papal Aeterni Patris Filius, con el establecimiento del voto secreto y una mayoría de dos terceras partes para elegir al pontífice. Aquella reglamentación perduró varios siglos hasta que, en 1975, Paulo VI impuso el límite de edad de 80 años a los cardenales electores.


En años recientes sobrevinieron nuevos cambios, como la disposición de que los participantes sean hospedados en lugar distinto al de las sesiones (para eso se habilitó la Casa Santa Marta); que en el primer día de la reunión sólo se puede realizar una votación, y en los días subsecuentes se deben realizar dos por la mañana y dos por la tarde, hasta que alguien alcanza la mayoría de dos tercios; que después de tres días de sesiones se suspenden las votaciones para un día de reflexión y oración; que luego de 33 rondas de votación sólo se puede optar por alguno de los dos candidatos con mayor apoyo (cosa que difícilmente llegará a ocurrir, pues ninguno de los cónclaves desde 1914 ha tardado más de cuatro días), etcétera.


En breve se llevará a cabo el cónclave número 76 de la historia, y, más allá del resultado que arroje, ya se puede prever que en cuanto el maestro de ceremonias litúrgicas pontificias decrete el Extra omnes! –“¡Salgan todos!”, expresión que indica que deben sustraerse de la Capilla Sixtina todos aquellos que no sean cardenales electores–, el proceso que sucederá a continuación concitará el interés de una buena parte de los habitantes del mundo, e incluso tendrá a millones al filo de la butaca, como ha venido ocurriendo desde hace siglos.



BUSCAPIÉS


*“Ahora que el cuerpo de Francisco adquirió una rigidez antinatural, comprendemos hasta qué punto veía él en la ternura plástica del cuerpo humano la más alta representación de lo divino, la cifra de su ministerio”: Antonio Spadaro, uno de los hombres más cercanos al papa Francisco. L’ossimoro dell’immobilità. La Repubblica, 24 de abril de 2025.

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