El voto del miedo

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 17 May 2024 - 09:02hrs

El temor es un arma poderosa en política. Los humanos estamos equipados emocionalmente para prevenir situaciones de riesgo. Eso es explotado por los estrategas de campaña para incitar a los electores a apoyar una opción o huir de otra.


En la actual contienda, el oficialismo ha recurrido al miedo como su principal argumento. En seguridad, salud y educación públicas, entre otros rubros, nada hay que celebrar o presumir. En medio de apagones y contingencias ambientales, el discurso de la esperanza ha cedido su lugar a generar aversión al cambio.


En ese sentido, el principal recurso del que echó mano la campaña de Claudia Sheinbaum fue alertar del peligro de que se acaben los programas sociales en caso de que triunfe Xóchitl Gálvez.


El presidente Andrés Manuel López Obrador ya había tejido sobre ese escenario, acusando a Gálvez de haber dicho en una conferencia en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara que había que acabar con esas transferencias de dinero público, cosa que ella no había dicho.


Sin duda fue la difusión de esa especulación la que catapultó a Gálvez a la candidatura presidencial, luego de que López Obrador le negara el derecho de réplica en su mañanera. Sin embargo, la idea permeó tanto que la hoy aspirante se ha visto obligada a repetir una y otra vez que “los programas sociales se quedan” e incluso a firmarlo con su propia sangre.


Sin embargo, como nadie puede asegurar algo que no ha ocurrido, el oficialismo ha seguido promoviendo el temor de que la alternancia significaría perder la beca o la pensión.


Y para ello ha tenido el apoyo insospechado del expresidente Vicente Fox, quien todos los días aparece en televisión, dentro de un spot de Morena, afirmando que “se acabó eso de andar recibiendo programas sociales”. Y agrega: “¡A trabajar, huevones, como dice Xóchitl!”.


No es casualidad que ese promocional sea el más repetido dentro de la pauta de tiempos oficiales del partido del gobierno.


En él, la candidata Sheinbaum remata diciendo que los morenistas “somos los únicos que podemos garantizar los programas sociales”, cosa que también es una especulación, pues no se puede saber qué sucederá el año entrante, en medio de la estrechez de las finanzas públicas que está prevista.


Si finalmente triunfa el oficialismo en las elecciones del 2 de junio, promover el miedo habrá sido uno de los pilares de su éxito electoral. El ya mencionado miedo a perder los programas sociales, pero también a que “regrese” la corrupción, con la cual no ha podido o no ha querido acabar el gobierno.


En estos días finales de la campaña, el miedo se hace presente en el Zócalo capitalino. Porque así lo planeó o porque así le salió, el presidente López Obrador ha usado una protesta de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) para crear la impresión de que podría haber disturbios en el corazón político de la República, pues, según él, hay “conservadores” que quisieran “quemar el Palacio Nacional” y hasta la Catedral, como ha dicho esta semana.


De manera conveniente para el oficialismo, los profesores de la CNTE —quienes volvieron al activismo luego de permanecer callados y quietos casi todo el sexenio— se plantaron en la Plaza de la Constitución en vísperas de que arriben a ella los adherentes de la llamada Marea Rosa para celebrar un mitin, el próximo domingo, en el que la oradora principal será precisamente Xóchitl Gálvez.


Al momento de escribir estas líneas, los organizadores del acto, que se espera sea multitudinario, estaban platicando con el magisterio disidente —vía el profesor Miguel Alonso Raya, egresado de la normal rural de El Mexe y hombre avezado en estas lides—, pero, de entrada, no había mucha confianza en lograr un acuerdo para que la CNTE desalojara unas horas el Zócalo o aceptara convivir con las organizaciones ciudadanas.


El temor a una confrontación violenta —promovido desde el gobierno— tiene el potencial de ahuyentar a manifestantes que no tienen mucha experiencia marchando. Si los opositores no encuentran la manera de aplacarlo o reducir los riesgos de conflicto, el oficialismo se habrá anotado otro triunfo en promover el voto del miedo.

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