Tinta y tinte de una mujerValeria Aime Tannos DÃaz |
| 30 Ene 2024 - 08:27hrs
Entrar en el mundo del feminismo no es tan fácil como parece, se tienen que romper esquemas, patrones, valores, métodos de crianza y a veces hasta la relación con los padres, quienes muchas veces, sin querer, se meten en ese camino que intentamos construir las mujeres que queremos involucrarnos en todo este maravilloso mundo.
Fui criada por un hijo del patriarcado y del machismo, por un hijo que fue criado de una manera que, me consta, intentó mejorar muchísimo por mí (su única hija mujer) y hoy reconozco todo lo que tuvo que aprender, desaprender y sufrir para que yo no viviera el mismo tipo de crianza.
Rompí con tantas cosas cuando decidí dedicarme a esto y cuando decidí luchar día con día por una equidad de genero y por un respeto que las mujeres no deberíamos exigir, se nos debería otorgar por el simple hecho de ser seres humanos iguales a los hombres.
Esto vino a romper el cómo empecé a ver la educación que me dio mi padre, lo cual es mucho más complejo que sólo pensar en lo que pudo estar bien o mal. Se rompe todo un esquema de vida, se dejan atrás muchos valores que ahora no van acorde por el camino que decidiste tomar.
Debo admitir que la relación que tengo hoy con mi padre es de las más bonitas que he visto, pero nos ha costado discusiones y diferencias respecto a lo que uno cree que debe hacer el otro. Nos costó el distanciamiento por largas etapas.
La relación del padre con la hija es todo un vínculo, al final nosotras, las mujeres, siempre vemos a papá como nuestro primer héroe y como el hombre que tiene los mejores brazos para consolarnos, el que nos ayuda en cada tarea y el que siempre seca nuestras lágrimas.
Por eso y por muchas otras razones la relación padre e hija puede volverse complicada conforme una va creciendo, van apareciendo cosas con las que podemos ya no estar de acuerdo. Tomamos nuestras propias decisiones que pueden hacernos alejarnos de todo vínculo paternal.
Admito que sufrí mucho todo este cambio de creencias patriarcales con las que crecí, en las que siempre se me enseñó a ser una “buena mujer” a tener lo mejores valores presentes para una sociedad machista.
Conforme iba creciendo no encontré el problema ni lo malo de haber sido educada de esa manera, hasta que me topé con el primer problema serio en mi vida y entonces pensé en todo aquello que pude evitarme de haber sido más consciente y de haber refutado mucho más la forma en la que me educaron.
Hoy en día me doy cuenta de cuánto he madurado y cuánto he aprendido de todo aquello que mi padre me enseñó de niña. Hay cosas que nadie puede evitar y malas experiencias que no importa los valores que tengas o lo que te hayan enseñado de niña, no podrás evitar el sufrimiento.
Agradezco las muchas cosas, erróneas o no, que aprendí de mi padre, del hombre que con mucho trabajo decidió mejorar para mí y para toda su familia. Gracias a todo eso y gracias a los errores que cometí y que vi cometer también a mis padres, soy la mujer que siempre quise ser.
Hoy sé que él está orgulloso de la hija feminista y “alborotadora” que tiene, yo sé que por las noches él no se va a dormir preocupado por mí, ni porque pueda callar algo malo que me esté pasando. Estoy segura de que sabe que tiene una hija valiente con una voz muy fuerte capaz de hacer el cambio que se proponga.
A pesar de los distanciamientos que tuvimos y de las discusiones que tendremos en el futuro, mi padre debe saber que hizo lo mejor que pudo con lo que tenía y que aunque rompí un esquema fuerte de lo que él me enseñó, sus valores, su cariño, su bondad y el gran papá que ha sido, siguen en cada paso que doy.
Nuestras vidas han tomado caminos diferentes y nos han llevado a tener un estilo de vida completamente distinto a lo que los dos pensamos que podríamos tener, pero eso al final nos hizo unirnos mucho más y aprendimos a respetarnos.
Yo no dejaré de pelear ni un momento por todo en lo que creo y por todo por lo que he luchado para ser la mujer hoy yo decidí ser y sé que él estará siempre a mi lado aconsejándome y apoyándome en lo que decida hacer con mi vida.
Es doloroso romper con todo lo que te enseñan cuando eres niña, pero más doloroso sería no mejorar y no aprender de esos errores. Hubiera sido más doloroso para él no verme luchar y no verme feliz con la vida que me ha traído romper con todo aquello que me trajo hoy al mundo feminista.