Pobreza franciscana y seguridad aérea

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 02 Ago 2022 - 09:11hrs



El 25 de mayo de 2021, hace ya 434 días, la Agencia Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés) degradó a México de la Categoría 1 a la Categoría 2 de seguridad aérea.


Esa clasificación se deriva el programa IASA, que determina el cumplimiento de un país con los estándares de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), de la que México, EU y otros 191 países son miembros. Dicho programa fue establecido hace 30 años, luego del accidente que sufrió, en enero de 1990, un Boeing 707 de Avianca, cuando se encontraba en un patrón de sobrevuelo, esperando su turno para aterrizar en Nueva York. La investigación determinó que el desplome se debió, entre otras cosas, al deficiente entrenamiento de la tripulación del avión colombiano para declarar una emergencia.“Cuando la compañía aérea de otro país vuela a EU o comparte el código con una compañía aérea estadunidense, debe cumplir con los estándares de seguridad establecidos por la OACI”, dice la FAA en su página web. Un mes después de perder la Categoría 1 —que le impide abrir rutas y frecuencias nuevas hacia aeropuertos en EU—, el presidente López Obrador se dijo confiado en que la recuperaría para finales de año. Pero ya han transcurrido 14 meses y nada. La ocasión anterior que eso había sucedido fue el 31 de julio de 2010 y se recuperó el 1 de diciembre del mismo año, es decir, cuatro meses después.


Ayer entrevisté en Imagen Radio al entonces subsecretario de Transporte de la SCT, Humberto Treviño Landois, para conocer cómo se habían subsanado los problemas señalados.


“Ese tipo de sanción se da cuando la autoridad aeronáutica del país está haciendo mal su trabajo”, me explicó. “¿Qué hacíamos mal en ese entonces? Teníamos varios problemas: insuficiencia de capacidad de inspección; los inspectores no tenían la capacitación adecuada; no llevábamos registros de manera adecuada e inspecciones que habíamos hecho mal en el pasado y teníamos que corregir. Sabíamos que era un problema que teníamos que atender de inmediato, porque los países tardaban como un año en recuperar la Categoría 1. Nosotros desarrollamos un plan de trabajo muy preciso y casi sin límites presupuestales. El plan duraba precisamente esos cuatro meses. Se lo dimos a conocer a la FAA y le pedimos que se comprometiera a hacer una nueva revisión en cuanto concluyeran los trabajos y así sucedió”.


-¿Qué puede estar pasando en este caso?


-Cuando se dio la degradación, yo busqué al subsecretario (Carlos) Morán para ofrecerle ayuda. Él tenía una visión optimista porque pensaba que los problemas no eran tan serios como los que nosotros habíamos enfrentado. Realmente no conozco los obstáculos que han encontrado, pero, para resolver rápidamente el asunto no hay duda de que hay que hacer cosas extraordinarias, disruptivas y estar en permanente comunicación con la FAA. Sí sé que el problema de falta de inspectores se volvió a presentar.


-¿Tiene que ver con temas presupuestales?


-Creo que se ha perdido capacidad para gestionar el talento. Es un tema delicado de manejar en cuanto a salarios. Por eso nosotros decidimos hacer una agencia con cierta autonomía. Cuando tú necesitas personal técnico especializado para hacer ciertos trabajos, tienes que tener sueldos correspondientes a esa especialidad, no a una estructura burocrática. Si no, eso te lleva a perder gente. Nosotros lo sufrimos: llegamos a tener nueve inspectores cuando se requerían 30. Se corrigió, pero tiene que mantenerse el esfuerzo. Cuando tienes presupuestos austeros, restricciones fuertes para ese tipo de temas, a la hora de la hora te va a afectar. Por ejemplo, nosotros tuvimos que comprar un edificio nuevo, porque las instalaciones que teníamos para la autoridad aeronáutica eran penosas, con cajas de archivo en los pasillos


Sí suena lógico que la actual tardanza se deba a los recortes presupuestales —ahora disfrazados de pobreza franciscana— que prohíben los viajes internacionales de funcionarios, necesarios para reunirse con la FAA. Aquí hay algo seguro: en el siglo XIII, cuando vivía San Francisco de Asís, la humanidad apenas soñaba con volar.


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