Deserción de priistas en la tierra de Calles

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

| 19 Jul 2022 - 09:19hrs



La política es un juego de símbolos. El encogimiento del PRI, que se ha quedado con sólo tres gubernaturas y podría perder otras dos el año entrante, ahora ha sido coronado por una desbandada de cuadros en Sonora, la tierra de su fundador.


Hace un siglo se vivía el apogeo del grupo de sonorenses que triunfaron en la Revolución Mexicana.


El cuatrienio de Álvaro Obregón iba a la mitad y la sucesión se decidiría entre dos de sus paisanos: Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta. El segundo se rebeló y fue derrotado. El primero aceptaría turnarse el poder con Obregón, no sólo permitiendo la reelección no consecutiva en la Presidencia, sino ampliando el lapso de mandato a seis años, como antes lo había hecho Porfirio Díaz.


Cuando Obregón fue asesinado, en julio de 1928, Calles convocó a la creación de un partido, en el que pudieran dirimirse las diferencias sin recurrir a los balazos. Así nació el PNR, ancestro del PRI.


Convertido en “jefe máximo” de la Revolución, Calles mantuvo su dominio sobre la política nacional por ocho años más, incluso imponiendo a otro sonorense en la Presidencia durante ese lapso: Abelardo L. Rodríguez.  


Su hegemonía se mantuvo hasta 1936, cuando fue expulsado del país por el presidente Lázaro Cárdenas, pero su reconocimiento como figura predominante en la historia del PRI alcanzó para que el auditorio de la sede nacional del partido, inaugurada en 1965, fuera bautizado con su nombre, y para que, cuatro años después, sus restos mortales fueran trasladados del Panteón de Dolores a las criptas del Monumento a la Revolución.


Hoy, a casi un siglo que de que Calles se convirtiera en Presidente de la República, un grupo de connotados priistas sonorenses se ha rebelado contra la dirigencia nacional, impugnando la elección como líder estatal de Onésimo Aguilera Burrola.


En protesta por lo que perciben como una imposición, los diputados locales Ernesto de Lucas Hopkins, coordinador de la bancada tricolor, y Natalia Rivera Grijalva, actual presidenta de la Mesa Directiva del Congreso del estado, renunciaron al PRI para irse a las filas de Movimiento Ciudadano.


Es digno de notar que no se hayan ido a Morena, partido al que muchos le encuentran semejanzas al viejo PRI y en el que milita el gobernador Alfonso Durazo –exsecretario particular del asesinado Luis Donaldo Colosio–, sino a MC, en cuyas filas está Luis Donaldo Colosio hijo, alcalde de Monterrey. También se fue a MC el presidente municipal de Divisaderos, Jesús Manuel Acuña, quien ha ganado dos veces la alcaldía por el tricolor.


Esta división es la sacudida más reciente que ha tenido que enfrentar el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, aquejado por las filtraciones de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, y las impugnaciones de un grupo de exdirigentes del partido a raíz de la pérdida de las gubernaturas de Campeche, Colima, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Tlaxcala, Zacatecas y del propio estado de Sonora.


En una reunión celebrada el mes pasado, varios de ellos solicitaron a Moreno su renuncia. En el grupo que visitó a Alito estuvo Manlio Fabio Beltrones, exgobernador de Sonora, quien no se ha pronunciado públicamente sobre la crisis del partido en el estado.


A quienes le han pedido su renuncia, Moreno les ha contestado que él fue elegido por cuatro años y que no le debe el cargo a ningún presidente de la República. Tiene razón, aunque sería muy difícil que con uno de ellos en la Presidencia los priistas estuvieran viviendo el borlote que traen en sus filas. Menos aún en la tierra natal de Calles.


BUSCAPIÉS


*Tiene 21 años que el gobierno mexicano comenzó a extraditar a ciudadanos de este país buscados por la justicia estadunidense. El primero fue Everardo Páez Martínez, miembro del cártel de los Arellano Félix, en mayo de 2001. Al año siguiente, el llamado Kitty fue sentenciado a 30 años de cárcel. Aunque la extradición, que ahora se busca aplicar a Rafael Caro Quintero, ha tenido ventajas –como impedir la evasión de reos peligrosos– no ha sido la solución que se busca para la violencia criminal, pues cada capo preso o muerto ha sido sustituido por otro.


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