Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 07 Jul 2022 - 09:10hrs
Cuando daba la impresión de que Andrés Manuel López Obrador se había bajado del ring en el diferendo con la Iglesia católica sobre la política de seguridad del gobierno federal, aparece en escena el líder religioso que parece gozar de la mayor cercanía con el mandatario… y atiza la lumbre.
Arturo Farela Gutiérrez, presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas y Evangélicas (Cofraternice), ha venido haciendo declaraciones esta semana en las que manifiesta su apoyo a la estrategia de “abrazos, no balazos” y se distancia de las críticas de la jerarquía católica, acusándola de incendiar el ambiente social.
A decir suyo, “lo que enseña el Presidente respecto de la fraternidad y el amor al prójimo es lo que va a ayudarnos a superar esta ola de violencia”. Incluso ha negado que entre las ocho mil iglesias que él representa haya habido ataques, robos y extorsiones como los que han denunciado sacerdotes y monjas en diversas partes del país. Eso, afirma, pasaba con otros gobiernos, pero no ahora.
“Nosotros no tenemos ninguna crítica a la actual política de seguridad del gobierno federal”, ha declarado Farela. Sobre las críticas que han manifestado la Conferencia del Episcopado Mexicano y la Compañía de Jesús, entre otros, el líder evangélico ha dicho que no las comparte y que su postura es “distinta en 180 grados”.
Farela ha sido invitado de López Obrador en Palacio Nacional. Incluso dio a conocer, en junio de 2019, que ha rezado con él en la sede del Ejecutivo. “Al Presidente no le avergüenza tener una vida espiritual”, afirmó aquella vez.
En un perfil realizado por el periodista Emiliano Ruiz Parra, el pastor Farela ha contado que nació católico y cayó en vicios antes de renacer evangélico, por la vía del matrimonio, y fundó su primer templo en su propia casa.
Su relación con los presidentes de la República se remonta a 1991, cuando Carlos Salinas de Gortari reunió a representantes religiosos para informarles sobre la reforma constitucional para el reconocimiento de las iglesias. En cuanto a López Obrador, la cercanía data de la primera campaña presidencial, en 2006, y ambos la han mantenido desde entonces. En sus tres campañas, el candidato se dejó ver orando junto a pastores evangélicos.
Ya siendo Presidente, el tabasqueño invitó a Farela al acto en defensa de la “dignidad nacional” en Tijuana, convocado luego de que el presidente estadunidense Donald Trump amenazara con castigar a México con aranceles si no ayudaba a contener a los migrantes que buscaban llegar a su país.
“Las iglesias cristianas evangélicas vienen a dar su apoyo incondicional al presidente de México, porque Estados Unidos es una nación fundada con principios cristianos bíblicos”, dijo Farela cuando fue su turno de hablar. “Nos sentimos orgullosos, señor Presidente, de la justicia social que es la Cuarta Transformación”, agregó. Pero no fueron las oraciones, sino la aceptación del gobierno mexicano de destinar a efectivos de la Guardia Nacional a labores migratorias las que, al final, desactivaron el amago de Trump.
Farela y Confraternice recibieron la encomienda de distribuir la “cartilla moral” que redactó un equipo de asesores de López Obrador, inspirada en el escrito homónimo de Alfonso Reyes.
El martes pasado, luego de dos semanas de declaraciones cruzadas sobre la política de seguridad –a raíz del asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora en la Sierra Tarahumara–, el Presidente decidió abandonar el tono rijoso que había tenido con los jerarcas católicos, a los que incluso acusó de estar “apergollados por la oligarquía”.
Quizá porque midió la respuesta de la opinión pública –algo semejante a lo que sucedió en mayo con los médicos, por cierto–, López Obrador optó por decir que, con su convocatoria a la jornada de oración por la paz del próximo domingo, la Iglesia había decidido acercarse a su postura (a pesar de que no ha desistido de pedir que se revise la política se seguridad).
Pero ahora irrumpe en la discusión Farela, cuya confesión evangélica compite en Tabasco con la fe católica, casi a la par, por el favor de los creyentes.