Las deportaciones y el mundo bismarckiano de Trump

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 18 Nov 2024 - 08:38hrs

Cientos de miles de migrantes mexicanos en Estados Unidos han pasado repentinamente de aspirar al “sueño americano” a no poder dormir. De acuerdo con los testimonios que ha recogido nuestro compañero corresponsal Manuel Ocaño, la amenaza de ser deportados –luego del anuncio de la política migratoria que piensa aplicarse en el segundo gobierno de Donald Trump– ha generado una ola de angustia entre los connacionales que viven allá.


“Apenas ha pasado una semana, ni han comenzado las deportaciones y yo ya me siento cansada, deprimida”, confesó Beatriz, madre de familia originaria de Jalisco, quien tiene dos hijos menores de edad y vive en el sur de California. “Llevo toda la semana sin poder dormir bien, sólo duermo a ratitos”, agregó. Los migrantes temen, sí, a la escena de un agente estadunidense tocando a la puerta de su casa, o llevándoselos esposados de su lugar de trabajo, siendo separados de sus hijos y recluidos en un centro de deportación. Pero lo que les espanta en el fondo es la perspectiva de regresar a un país del que tuvieron que salir, no por gusto, sino por necesidad.


 


Están atrapados entre Trump y la perspectiva de una vida en pobreza o bajo la amenaza de criminales. Porque eso es lo que les espera en caso de tener que volver al país: encontrase de nuevo en un lugar del que tuvieron que irse porque no les generó perspectivas de progreso y tranquilidad. Desde que se supo que Trump retornará a la Casa Blanca en enero próximo, el gobierno mexicano ha dicho que va a “defender” a los migrantes. Pero ¿cuál es esa defensa? De acuerdo con la versión oficial, “la red de consulados en Estados Unidos”.


Habrá que ver si esa red es capaz de hacer un mejor trabajo del que hizo durante los dos periodos de Barack Obama, cuando fueron deportados 5.3 millones (de los cuales tres millones eran de origen mexicano). O cuando dos millones fueron expulsados de EU el primer cuatrienio de Donald Trump. O en lo que lo va del gobierno de Joe Biden, cuando se ha dado un número combinado de repatriaciones y deportaciones rápidas por el covid, que suma 4.4 millones.


¿Qué podrán hacer las autoridades consulares mexicanas ante esos números? Si promediamos las deportaciones de mexicanos en 300 mil al año, sin considerar que pudieran aumentar drásticamente a partir de enero, eso significaría que a cada consulado mexicano le tocaría “defender” a unos 16 connacionales al día. Y, claro, no todos son sobrinos de una secretaria de Estado como para darles atención personalizada. Desde luego, no está mal contar con la posibilidad de defenderse ante un sistema judicial independiente. Eso es mucho más de lo que tendremos en México dentro de poco y también más de que lo que tienen los migrantes en suelo mexicano. Pero si esa “defensa” consiste en darle a los amenazados con la deportación una lista de abogados especializados y ellos no tienen, como sucede con Beatriz, los recursos para contratar sus servicios, ¿para cuánto puede servirles?


Lo que el gobierno de México no ha dicho es si los que sean deportados –o los que regresen voluntariamente, para evitar ser fichados– habrán de contar con un recibimiento en territorio nacional; que existirán programas para reencauzarlos; que habrá fuentes de empleo para ellos. Perdón, pero ¿qué parte del Presupuesto de Egresos 2025 está destinado a eso?


Lo que suele pasar con los migrantes regresados a México es que intentan regresar de inmediato a EU, y eso provoca grandes aglomeraciones –campamentos– en la frontera. ¿Estará preparado el gobierno federal? ¿Está siquiera consciente? Hablar de “defensa” en EU es un recurso retórico. Lo que se necesita es un plan para enfrentar los efectos de las deportaciones.

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