Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 21 Nov 2024 - 09:20hrs
En las películas hollywoodenses sobre desastres naturales o invasiones extraterrestres, siempre ocurre un final feliz: los volcanes se apagan repentinamente, los humanos descubren cómo derrotar a los alienígenas, el meteorito se parte en dos y no acaba con el mundo, el diluvio cesa y sale el sol, etcétera.
Quizá eso es lo que algunos están esperando que ocurra con las amenazas de Donald Trump de llevar a cabo “la deportación más grande de la historia”. Que a la hora de la hora, él recapacitará y se dará cuenta de que su promesa de campaña de sacar de Estados Unidos a cientos de miles de personas que viven y trabajan allí sin permiso no es sólo inhumana, sino impráctica, costosa e inconveniente.
Comparto el deseo de que no tengamos que vivir un regreso masivo de compatriotas, depositados a la fuerza del otro lado de la frontera. Pero si uno mira las señales, tiene que concluir que Trump no está jugando. Está decidido a cumplir su amenaza.
Esta semana se dio a conocer que el estado de Texas, gobernado por el republicano Greg Abbott, compró un terreno de mil 402 acres (567 hectáreas) en el condado de Starr –frente a Camargo, Tamaulipas– para que sirva como centro de detención para personas sujetas a deportación.
La comisionada de Tierras, Dawn Buckingham, escribió al presidente electo para ofrecerle el lote. Aunque el equipo de Trump no dijo si lo aceptaría, envió una respuesta, a través de la futura vocera de la Casa Blanca, que no deja lugar a dudas sobre las intenciones del gobierno que iniciará funciones el próximo 20 de enero: “Desde el primer día, el presidente Trump usará todos los recursos disponibles para resguardar la frontera, proteger a las comunidades y lanzar la más grande operación masiva de deportación de inmigrantes ilegales criminales de la historia”.
Por si alguien pensara que esa declaración no es suficientemente clara, basta ver el equipo que ha ido conformando el presidente electo y que tendrá que ver con los asuntos internacionales y fronterizos. Para comenzar, ahí estará Marco Rubio, el senador de origen cubano, quien se desempeñará como secretario de Estado y tuvo varias confrontaciones verbales con el expresidente Andrés Manuel López Obrador, acusándolo de entregar partes de México al crimen organizado y de defender a las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
También estará Stephen Miller, quien fue asesor de Trump durante su primer periodo en la Presidencia y se encargaba del área de discursos de la Casa Blanca. Se le considera autor de la idea del muro fronterizo y de la política de separar a los niños migrantes de sus padres. Ahora será jefe de gabinete adjunto.
Tom Homan, quien fungió director interno del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) fue designado “zar de la frontera”, una posición inexistente dentro del gobierno estadunidense, pero que, por lo mismo, permite que quien se desempeñe en ella evite la supervisión del Congreso. Exmiembro de la Patrulla Fronteriza, Homan ha dicho en entrevistas recientes que quien se encuentra ilegalmente en el país “está en problemas”.
Además de estos nombramientos, Trump ha dejado muy claro que invocará poderes especiales, como una declaración de emergencia, a fin de usar a las fuerzas armadas, si es necesario, en las operaciones para deportar a miles de migrantes.
Mientras todo eso ocurre en Estados Unidos, el gobierno de México parece no haber tomado nota de la situación. En el proyecto de Presupuesto de Egresos no existe un rubro destinado a aliviar un eventual influjo masivo de migrantes deportados, que podría causar un caos en la frontera.
¿Dónde serían ubicados dichos migrantes? ¿Acaso se les dejaría a su suerte en las calles de Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Nogales, Mexicali y Tijuana?
Otro posible escenario negativo es la afectación de las remesas, gracias a las cuales subsisten muchísimas familias mexicanas.
Se vale esperar lo mejor. Lo que es un error es no prepararse para lo peor y creer que con declaraciones floridas sobre lo mucho que aportan los migrantes a la economía de Estados Unidos se van a detener las intenciones de botar a miles y miles de ellos.