Ostentación republicana

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 15 Nov 2024 - 09:55hrs

Es cada vez más evidente que el grupo político que gobierna el país desde 2018 no estaba tanto en contra de los privilegios como en contra de que los privilegios no fueran para él.


Por eso vemos a sus integrantes más encumbrados aparecer en las primeras filas de los conciertos de grandes artistas internacionales, como el que recientemente ofreció Paul McCartney, en el que ese tipo de boletos se vendían en el equivalente a dos salarios mínimos mensuales, sobre todo cuando a ellos no se les ha conocido ningún empleo que no esté ligado al erario.


O los vemos paseando en camionetas de precio tres veces lo que supuestamente costará uno de los departamentos que se construirán dentro del programa de vivienda para jóvenes (700 mil pesos), como pasó con la diputada morenista guerrerense Citlalli Téllez, quien hace unos días salió a dar la vuelta por Chilpancingo en una Cybertruck (2.2 millones de pesos). O como el también diputado Antonio Flores, de Coahuila, y su Lamborghini Urus SE color guinda.


Que la austeridad republicana se aplique en las mulas de sus compadres. Lo de ellos es la ostentación republicana.


El ejemplo más reciente son los viajes en helicóptero del diputado Ricardo Monreal. Al zacatecano lo han captado subiendo y bajando de un aparato AgustaWestland 109S Grand, de fabricación italiana, mismo que, de acuerdo con información disponible en internet, cubre con frecuencia la ruta entre la Ciudad de México y el aeropuerto de Toluca, el hub más reconocido de la aviación privada en el país. Por cierto, la hora de vuelo de esa ave anda por los 80 mil pesos.


Nada tiene de malo, desde luego, trasladarse en helicóptero. Muchos mexicanos lo hacen todos los días para librar el tránsito infernal de la capital y los peligros de seguridad pública que acechan en sus calles. La cosa es que Monreal es servidor público y lo ha sido desde que lo conozco. Y él y yo nos conocemos muy bien y desde hace mucho tiempo.


Recuerdo cuando me invitaba a platicar en una modesta vivienda de la colonia Juárez, que usaba como oficina. Conversábamos en la cocina, mientras él mismo echaba las enchiladas al sartén.


Esto del Monreal de altos vuelos es nuevo para mí, como lo es también la súbita extinción de su espíritu crítico. Al ver la foto de su nuevo modo de transporte, me acordé de Fidel Herrera, el exgobernador de Veracruz, cuando éste presumía de estar “en la plenitud del pinche poder”. ¿Será la influencia de su nuevo amigo “sindicalista”? ¿O por qué reniega ahora de su compromiso con la “justa medianía”?


Lo malo para quienes hoy quieren justificar que el líder parlamentario llegue al Palacio Legislativo en helicóptero es que ahí están sus declaraciones y desgarramientos de vestiduras, cuando David Korenfeld, extitular de la Conagua, fue exhibido, por un vecino, yendo y viniendo entre su casa y la oficina a bordo de un helicóptero, que también usaba para irse de vacaciones.


Aquel asunto fue un escándalo en el lejano año de 2015. Korenfeld se flageló en público, rogando que lo perdonaran; incluso dijo que había restituido a la Tesorería el costo del uso del helicóptero, pero nada impidió su caída del cargo. Pocos días después de que el caso se volviera viral en redes sociales, tuvo que renunciar. Quienes hoy están en el poder vapulearon entonces al mexiquense, diciendo que sus hábitos eran una muestra más de la corrupción del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.


¿Qué hará ahora Monreal? ¿Renunciará, como Korenfeld? ¿O aguantará las críticas hasta que éstas se apaguen con el tiempo, alegando todo el rato que él es una víctima más de los corruptos neoliberales, de los que quieren acabar con el movimiento de la Cuarta Transformación? Lo más probable es que sea lo segundo, porque en México todo siempre se olvida.


Lo curioso es que sea Monreal quien está anunciando que viene una reforma fiscal, necesaria para tapar el boquete que se abrió en el presupuesto por el gasto público que se realizó en este año de elecciones. Pues, claro, con esa forma de gastar, ¿cómo no?

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