Trump la canta derecha

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 14 Oct 2024 - 09:23hrs





Faltan sólo tres semanas para las elecciones presidenciales en Estados Unidos y el candidato republicano Donald Trump pisa el acelerador de la retórica, culpando al libre comercio de favorecer a China y, con ello, de afectar a la economía y a los trabajadores de su país.


El jueves, en Michigan —uno de los estados clave para ganar la carrera a la Casa Blanca—, el expresidente amenazó con “renegociar” el T-MEC e imponer aranceles a los productos chinos que, según él, se aprovechan del acuerdo para vender sus productos en Estados Unidos.



Desde luego, concretar esa doble amenaza depende de que Trump gane la contienda el 5 de noviembre, pero ese escenario es una posibilidad real, pues el pasado fin de semana las encuestas nacionales mostraban un empate técnico, y a él con ligera ventaja sobre Kamala Harris en algunos estados decisivos como Michigan, Ohio, Pensilvania y Carolina del Norte.


Ante ese escenario, México debiera tener un papel mucho más activo, contrarrestando la narrativa trumpista de que el área de libre comercio de América del Norte —primero como TLCAN y ahora como T-MEC— ha sido lesiva para los estadunidenses.


Es verdad que México ha sido el que más se ha beneficiado en las tres décadas de dicha liberalización, en términos de la expansión de su PIB y de la ampliación de su superávit comercial respecto de EU —país que concentra más de 80% de las exportaciones mexicanas—, pero también lo es que los consumidores estadunidenses se han beneficiado de mejores precios gracias a la participación de nuestro país en el acuerdo.


Al no ofrecer una interpretación alternativa, hemos dejado que avancen entre la sociedad estadunidense las opiniones nativistas, sobre aquella en la que ha montado Trump su carrera política. A diferencia de otros países, que han hecho un lobby muy eficaz para defender sus intereses, la voz de México a favor del libre comercio casi no se escucha allá.


¿Por qué no decir a los estadunidenses lo que costarían sus autos y sus electrodomésticos, entre otros productos, de no ser por el T-MEC?


Y México no sólo no ha hecho suficientemente bien esa tarea sino que, en los últimos tiempos, se ha estado metiendo él mismo el pie, promoviendo ideas y lanzando declaraciones desde el gobierno que reman contra la integración comercial y dificultan la relación bilateral con nuestro principal socio.


Ejemplos claros son la reforma judicial y la iniciativa que acabaría con los órganos autónomos, cuyos efectos, dicen los expertos, generarán dudas sobre las ventajas de invertir en México, incluso podrían ser motivo de cuestionamientos formales sobre si nuestro país está cumpliendo con sus obligaciones en materia comercial.


Una manera en que México no se está ayudando a sí mismo es el trato que ha dado al embajador estadunidense Ken Salazar, no sólo “suspendiendo” la relación con la misión diplomática —cosa que no existe en las relaciones internacionales—, sino también humillándolo al decir públicamente que no puede hacer ningún tipo de gestión en el país si antes no toca la puerta de la Secretaría de Relaciones Exteriores.


En el mundo de la diplomacia se van a preguntar si ése es el trato que da México a un embajador amigo —quien solía tener picaporte en Palacio Nacional— sólo por haber tenido la osadía de comunicar, como le toca a un embajador, la postura de su gobierno. Aunque la decisión fuera la de centralizar los contactos a través de la Cancillería, ¿qué necesidad había de hacerla pública? México se muestra poco serio al dar, primero, un papel preponderante a la embajada como interlocutora de la Presidencia, y, luego, relegarla al nivel de cualquier otro país. E insisto: eso sucedió sólo por hacer su trabajo.


Lo mismo se puede decir sobre las relaciones con Canadá y España, dos socios muy importantes —uno, parte del T-MEC y, otro, puerta de entrada a la Unión Europea—, enturbiadas también por “suspensiones”.


Sí, el gobierno de México puede buscar réditos políticos en el nativismo, como lo está haciendo Trump, pero, aunque es cierto que EU perdería sin nosotros, ¿cuál de los dos países padecería más un alejamiento?





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