México y la campaña electoral estadunidense

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

.

| 25 Jul 2024 - 08:28hrs

La elección de quien ocupará la Casa Blanca los siguientes cuatro años siempre ha sido relevante en México, pero es probable que en esta ocasión sea la más significativa en décadas.


Durante su primer periodo, Donald Trump provocó varios episodios de tensión en la relación bilateral, algunos de los cuales repercutieron en la marcha de la economía mexicana. Sin embargo, durante ese cuatrienio siempre hubo un funcionario que apagara o matizara sus ideas más descocadas.


Recordemos que Trump quería sacar a Estados Unidos del TLCAN —lo cual habría sido un desastre para México—, pero, al final, fue convencido de que el acuerdo podría ser renegociado. Así fue como surgió el T-MEC, con el que no le ha ido tan mal a nuestro país, pues si en 2016, el año previo a la Presidencia de Trump, exportamos 387 mil millones de dólares a EU, en 2023 el monto se elevó a 475 mil millones de dólares.


Hoy ya no estoy seguro de que Trump vea las ventajas del libre comercio con México o con casi cualquier otro país, a menos de que EU tenga superávit. En declaraciones recientes, ha amenazado con aplicar aranceles a todas las importaciones —en caso de ganar las elecciones de noviembre—, incluso las que llegan de México, lo cual fracturaría, en los hechos, el T-MEC. Y si, además, le damos pretextos con las reformas que impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador, quizá en una segunda oportunidad no se contendría.


Trump también ha advertido que podría realizar una deportación masiva de trabajadores indocumentados y atacar a los cárteles de la droga mexicanos, cosa que no hizo en su primer periodo. Sí hubo un endurecimiento fronterizo, que contó con la colaboración del gobierno mexicano —que usó a la Guardia Nacional como policía migratoria para agradar a Washington—, pero hubo más deportaciones por año con el presidente Barack Obama que con su sucesor (382 mil contra 325 mil).


Y es verdad que Trump preguntó a Mark Esper, su entonces secretario de Defensa, si podía destruir los narcolaboratorios en México lanzándoles misiles estadunidenses —según relató aquél en sus memorias—, pero el plan nunca se llevó a cabo.


En la actual temporada electoral, Trump y su compañero de fórmula, J. D. Vance, han hablado específicamente de echar mano de las fuerzas armadas para confrontar a los cárteles. Y no estoy seguro de que, en un nuevo cuatrienio trumpista, sin los incentivos de autocontrol que produce la perspectiva de buscar otro periodo presidencial (Trump ya no podría reelegirse), habría muchas personas en su entorno que lo convencieran de que bombardear el país vecino es mala idea.


-¿Sigue en pie su plan de lanzar ataques contra los cárteles? —acaba de preguntarle Jesse Watters, presentador de Fox News, en una entrevista.


-Absolutamente —respondió Trump.


-¿Incluso contra nuestro mayor socio comercial?


-Absolutamente. México va a tener que arreglar esto pronto. Los cárteles están matando a 300 mil personas por año con el fentanilo. Le daremos a México un plazo corto para controlar su frontera. Estoy seguro de que no lo hará bien, y entonces van a ver las acciones —advirtió el expresidente.


Por supuesto, cabe la posibilidad de que muchas de las cosas que ha dicho Trump en meses recientes sean bluff de campaña, pero la mera posibilidad de que hiciera algunas de ellas —como aplicar aranceles a importaciones desde México— ya ha tenido efectos sobre la visión que se tiene de la economía mexicana en el mundo. Por eso digo que la elección presidencial estadunidense tiene una enorme importancia para México. Incluso si el Partido Demócrata —con su nueva candidata, Kamala Harris, a la cabeza—logra retener el poder, nuestro país podría no contar con toda la paciencia de congresistas y sectores productivos del país vecino. Aunque, como se ven las cosas, una eventual presidencia de Harris luce menos tóxica que el regreso de Trump a la Casa Blanca.


El gran problema es que estas variables no estén en nuestras manos. El discurso nacionalista suena muy bien, pero cuando EU defiende sus intereses, no hay muchas consideraciones que valgan.


 

Más entradas de Bitácora del director