Obregón, De la Huerta, los Tratados de Bucareli y la sucesión de 1924

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

.

| 15 May 2023 - 08:43hrs

Hoy hace un siglo comenzaron a negociarse los Tratados de Bucareli, convenios secretos que el gobierno del presidente Álvaro Obregón sostuvo con Estados Unidos a cambio del reconocimiento de ese país al régimen revolucionario. En mayo de 1922, Obregón envió a Nueva York a su secretario de Hacienda, el expresidente interino Adolfo de la Huerta, para negociar con la banca extranjera el pago de la deuda mexicana que se había acumulado durante los años del conflicto armado que se inició en 1910.


A Obregón le urgían nuevos préstamos para llevar a cabo diversas obras de infraestructura, pero los banqueros, en asociación con los petroleros, condicionaban cualquier nuevo crédito a que se declarara la no retroactividad del artículo 27 constitucional, sin lo que Washington no otorgaría el reconocimiento al gobierno mexicano, sin el cual la banca no otorgaría un solo empréstito fresco. México estaba, pues, atrapado en un círculo vicioso. Luego de varias semanas de pláticas, el funcionario mexicano regresó a México con acuerdos que no resolvían lo sustancial. De acuerdo con sus memorias, publicadas en 1957, dos años después de su muerte, De la Huerta se opuso a la no retroactividad del artículo 27. Entre otras cosas —se puede decir, a guisa de interpretación— porque asumía que sucedería a Obregón en 1924 y llegar a un acuerdo así podía cancelar su futuro político.


—Ustedes pretenden aplicar retroactivamente la Constitución de 1917 y eso no debe ser —reclamó Charles Hughes, el secretario de Estado, según las memorias de De la Huerta.


—Me extraña que un abogado de la talla de usted haga tal afirmación —habría contestado éste. —Toda constitución es retroactiva, pues rompe los viejos moldes y establece nuevas bases.


De la Huerta asegura que, pese a los desencuentros, sus negociaciones fueron fructíferas, pues Hughes le había dado su palabra de que Washington otorgaría su reconocimiento. Lo cierto es que Obregón decidió cambiar de interlocutor y para ello designó al canciller Alberto Pani, rival de De la Huerta. Aliado con Calles —el sucesor por quien ya se había decidido Obregón—, Pani llevó a cabo nuevas negociaciones, en Bucareli, en las que, a decir de De la Huerta, “se compró el reconocimiento, al precio de nuestra dignidad, nuestro decoro y nuestra soberanía”.


En agosto de 1923, De la Huerta dice haberse encontrado con el general J. A. Ryan, representante de la Texas Oil Company, quien le anunció “la buena nueva” de que ya estaban firmadas las actas entre los dos gobiernos. De la Huerta cuenta que fue a ver aObregón, quien negó la información, dándole carácter de chisme, y le explicó que sólo se había firmado un memorándum para que no hubiese discrepancias entre lo que se informaría de uno y otro lado de lo frontera.


—Te han engañado —sostuvo el presidente.


—Hombre, me tranquilizas, porque ya me había alarmado.


“Di media vuelta pero se me ocurrió solicitar que me mostraran el memorándum ese”, prosigue De la Huerta. Obregón ofreció que le entregaran una copia. Enterado de su contenido, el secretario de Hacienda volvió al Castillo de Chapultepec hecho una furia. “Te han engañado a ti”, reclamó a Obregón. Y le adelantó que presentaría su renuncia.


Días después, al encontrarse de nuevo, De la Huerta entregó a Obregón su dimisión por escrito, pero éste le pidió posponer la decisión hasta noviembre. En los planes del presidente estaba ganar tiempo para el destape de Calles. De la Huerta aceptó, pero su carta apareció publicada al día siguiente en El Mundo, periódico dirigido por Martín Luis Guzmán. Aunque De la Huerta asegura que ese hecho se debió a una indiscreción del escritor, lo que siguió fue el rompimiento del grupo de generales sonorenses que se había alzado como triunfador del movimiento revolucionario. Calles sucedió a Obregón en 1924. Y De la Huerta encabezó una efímera rebelión, que para marzo de ese año había terminado con su exilio en EU, donde el expresidente se dedicó a dar clases de canto.

Más entradas de Bitácora del director