Pero ¿qué necesidad?

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 27 Abr 2023 - 07:42hrs

Durante tres días, la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador se volvió el principal tema de discusión del país.


Luego de sufrir un desvanecimiento en Mérida, el domingo, durante una gira de supervisión de las obras del Tren Maya, el mandatario regresó en un avión ambulancia a la Ciudad de México.


Ya aquí, publicó un tuit en el que decía que tenía covid, que estaba aislado y que encargaría las conferencias mañaneras al secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández.


El mensaje no tenía una sola alusión a su desmayo, hecho que había reseñado un reportero del Diario de Yucatán, institución periodística seria. Esa nota, publicada tres horas antes del tuit presidencial había sido desmentida por el vocero de Palacio, Jesús Ramírez Cuevas, quien sostuvo que la gira se desarrollaba sin percances.


Por la evidente contradicción entre ese desmentido y el posterior mensaje de López Obrador —que incluía una explicación no solicitada sobre el estado de su corazón—, sugerí el mismo domingo, en un tuit, que el Presidente apareciera en video, como lo hizo las anteriores veces que se contagió de covid. Eso tranquilizaría al país, escribí.


En las siguientes horas, mi propuesta fue respondida con insultos por algunos corifeos del oficialismo. Y, simultáneamente, comenzaron a publicarse las más disparatadas versiones sobre qué pasaba con López Obrador, una de las cuales sostenía que el tabasqueño había sido trasladado en un avión de la Armada a Savanna, Georgia, donde lo estaban tratando en un hospital estadunidense por los efectos de una embolia.


Al día siguiente, en la mañanera, le preguntaron dos veces a López Hernández si era verdad que el Presidente se había desvanecido en Mérida, y a ambos cuestionamientos respondió que no. Encima, agregó: “No es la primera ni será la última, seguramente, que miente el Diario de Yucatán”.


En este punto es necesario decir que la Presidencia ha impedido que los reporteros acompañen a López Obrador en sus giras para ver los avances del Tren Maya, en las que viaja en helicópteros y aviones militares. Por eso, el Diario de Yucatán se quedó como el único medio que pudo darse cuenta del desmayo del mandatario.


Ayer, cuando se cumplía el tercer día de su desaparición de la escena pública —algo que rompía completamente con su costumbre de no dejar de comunicarse con los gobernados—, López Obrador reapareció en un video, como el que yo había sugerido que publicara para acabar con las especulaciones sobre su salud.


Allí confirmó que tuvo un desvanecimiento —“váguido”, le llamó—, tal como publicó el Diario de Yucatán.


“Tengo covid, se me complicó con una gira muy intensa (…) En Mérida me hizo crisis, porque se me bajó de repente la presión y, estando en una reunión con ingenieros militares y otros servidores públicos, como que me quedé dormido. Fue una especie de váguido (…) No perdí el conocimiento y tuve esa situación de desmayo transitorio”.


¿Qué necesidad había de mentir sobre lo que le había pasado al Presidente? ¿En qué contribuyó que Ramírez Cuevas y López Hernández dijeran que no había sucedido lo que el Diario de Yucatán publicó?


Ambos ahora le deben una disculpa al medio y su palabra ha quedado hecha trizas, algo que solía ser terrible para la carrera de un político, pero que en estas épocas comienza a volverse una conducta rutinaria.


Ahora ni los buenos días podrán creérsele al secretario de Gobernación, quien en otra mañanera se atrevió a decir que está editada la grabación en la que se le escucha claramente decir que lo conveniente es dejar al Inai sin los comisionados que necesita para sesionar.


En otros tiempos esa falta de credibilidad anularía la utilidad de un funcionario que lleva la relación del Ejecutivo con los otros Poderes y con los gobiernos estatales, pero seguramente no en estos “tiempos estelares” de la autodenominada Cuarta Transformación. Lo de hoy, según parece, es decir una mentira descarada tras otra, viendo a los ojos.

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