El Presidente y sus críticos

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 03 May 2023 - 07:53hrs

En los 35 años que tengo en este oficio, no he conocido a un presidente al que le guste la crítica. Hablo de los presidentes de México, desde luego, pero estoy seguro que el comentario se puede hacer extensivo a los líderes de cualquier país.


No gustaba la crítica a Miguel de la Madrid ni a Carlos Salinas de Gortari ni a Ernesto Zedillo ni a Vicente Fox ni a Felipe Calderón ni a Enrique Peña Nieto y, está más que claro, no le gusta a Andrés Manuel López Obrador.


Entonces, no me sorprende que el oficio al que elegí dedicarme, el periodismo –que es crítico por naturaleza– no plazca a la persona que está en el poder. Lo asumo como un hecho tan natural como la salida y la puesta del sol.


Lo que es distinto en el caso de López Obrador es la manera en que hace público su disgusto por el periodismo y la crítica.


No sé si sea porque piense que éstos tienen la capacidad de derrocar presidentes. Parece tener la firme opinión de que la prensa jugó un papel decisivo en la caída de Francisco I. Madero, aunque historiadores, como Arnaldo Córdova –quien fue amigo mío y también lo fue de López Obrador–, hayan negado que ése fuera el caso.


Algo debe haber de eso, pues a menudo se compara con Madero y afirma que él es el presidente “más atacado” después del Apóstol de la Democracia, lo cual, por cierto, es su opinión y nada más.


El Presidente tendrá sus razones para dedicar tanto tiempo de sus conferencias diarias a condenar a sus críticos. Es muy notorio cómo la cabeza principal de un diario o el comentario de un columnista pueden hacerle pasar un mal rato.


E, insisto, nada tiene eso de novedoso, salvo en la manera en que él lo verbaliza. En el tiempo que llevo en el periodismo, he recibido, directa o indirectamente, decenas de reclamos de los jefes de prensa de los presidentes de la República, sobre una opinión mía o sobre algo que han publicado los medios donde trabajo. Hasta el sexenio pasado, ésa era tarea de voceros o mensajeros, pero, de 2018 para acá, el Ejecutivo se la ha echado a cuestas.


Lo que me pregunto es qué ha ganado. ¿Ha disminuido con ello la crítica? No parece. ¿Ésta ha alterado significativamente su popularidad? No lo creo. Ha tenido subidas y bajadas en la aceptación popular, como todos los presidentes, pero no me da la impresión de que la prensa haya incidido; para comenzar, porque ése no es su papel.


Me pregunto, asimismo, si la crítica estorba la labor de su gobierno; esto es, si le impide gobernar. Pienso que no, pero sería interesante que él nos sacara de la duda. Si sí, quizá debiera ocuparse menos de ella. Si no, ¿para qué dedica tanto tiempo en sus conferencias a responder a los medios? Como político profesional, López Obrador debe saber que la crítica es consustancial a su trabajo.


¿Sería más eficaz su gobierno sin la crítica? ¿Habría hecho un mejor papel como mandatario de no ser por ella? Para mí, la respuesta a ambas preguntas es no. Y no sólo en su caso, sino en el de cualquier gobernante. Al contrario: la crítica obliga al político a verse al espejo y escuchar cosas que los cortesanos no se atreven a decirle. La crítica le da una oportunidad de evaluar lo que está haciendo y, así, rectificar o mantener el curso.


Ahora, preocupa cuando un gobernante se muestra tan interesado en controlar la imagen que tiene en los medios. Quiere decir que no está suficientemente ocupado en resolver los problemas y aprovechar las oportunidades que la gente le encargó a la hora de ponerlo en el puesto, y demasiado ocupado en ser vocero de sí mismo.


Por último, no quiero pensar que lo que incomoda a López Obrador respecto del periodismo y la crítica es la capacidad de éstos de evidenciar actos ilegales cometidos por sus colaboradores, pues eso obligaría a los gobernados a repensar qué tan ciertos son sus dichos de que su gobierno nada tiene que ocultar y de que nadie debe estar por encima de la ley.

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