Las podridas

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

| 21 Feb 2023 - 08:15hrs

En un mes se cumplirá el primer aniversario de la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), construido sobre los terrenos de la Base Aérea Militar de Santa Lucía —más algunos que se agregaron—, en Zumpango, Estado de México.


En estos once meses no se ha logrado que la terminal se convierta en lo que se ofreció: una solución a la saturación del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México (AICM). Vaya, no se está ni cerca de esa meta.


El gobierno apostó a que pasaría como en la película Campo de los sueños, protagonizada por Kevin Costner: que bastaría con hacer la obra para que llegaran los jugadores a usarla. En este caso, los jugadores son las aerolíneas y los pasajeros. Y no, no llegaron. Hasta ahora, al menos, no.


El 7 de febrero pasado, las autoridades del AIFA presumieron haber llegado a un millón de pasajeros en sus primeros diez meses de operaciones. En comparación, el AICM logró, el año pasado, esa misma cantidad cada ocho días.


Viendo la poca demanda que ha tenido el aeropuerto que prometió en campaña —para anular el proyecto del NAIM en Texcoco—, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha intentado por todos los medios que las aerolíneas usen el AIFA. Ha buscado convencerlas en lo individual, con resultados más bien pobres; ha amenazado con permitir el cabotaje, y, recientemente, dispuso que el transporte de carga saliera del AICM, con la esperanza de que se reubique todo allí.


Ahora se ha emprendido una campaña para convencer a los pasajeros que elijan viajar por el Felipe Ángeles. Por alguna razón, el gobierno parece estar convencido de que éste es un tema de comunicación y no de estricta conveniencia. Con esa lógica, convocó a un grupo de supuestos influencers de redes sociales para que hablen de lo maravilloso que es el AIFA. Pero ése no es el problema. Yo conozco el aeropuerto y doy fe de que está bonito y tiene casi todo lo que se requiere.


El tema de por qué no ha funcionado tiene que ver con que se construyó sin un estudio de mercado, entre otras cosas. ¿Cuáles eran las cifras de pasajeros potenciales que estarían interesados en usar un aeropuerto localizado allí? Quién sabe.


Cuando se inauguró el aeropuerto de Denver en 1995 —uno de los más nuevos en Estados Unidos—, éste inició operaciones con cien vuelos al día. En enero pasado, el AIFA tuvo un promedio de 30. Con esos números, es difícil tener viabilidad económica.


A punto de cumplirse el primer año de la inauguración del Felipe Ángeles, el gobierno está en plena campaña para convencer que el aeropuerto no está tan lejos de la capital. Ayer, en la conferencia mañanera de Palacio Nacional, se pasó revista al avance de las obras en las vías que la enlazan con la nueva terminal.


El Presidente ha venido insistiendo en que el AIFA está a sólo 50 minutos del Zócalo de la Ciudad de México. Al momento de estar escribiendo estas líneas, comprobé que el mandatario tiene razón: el mapa digital que consulté marcaba 55 minutos. La cosa es que también marcaba 27 minutos al AICM. Desde Coyoacán, eran los mismos 27 minutos al Benito Juárez, pero una hora con 16 minutos al Felipe Ángeles.  


¿Quién en su sano juicio quiere pasar más tiempo en el tránsito —con el riesgo de perder el avión— para ir a un aeropuerto que tiene 40 veces menos vuelos que el AICM?


La falta de interés en el AIFA tiene contrariado al mandatario. El viernes, inauguró un nuevo camino confinado para reducir el tiempo de traslado al Felipe Ángeles. Sin embargo, cuando reporteros intentaron usarlo lo encontraron cerrado, pues, aparentemente, fue abierto sólo para la ceremonia.


“Nomás andan buscando las podridas”, reclamó López Obrador en la mañanera de ayer. El error consiste en querer que el AIFA compita con el AICM y se vuelva el aeropuerto de elección de los capitalinos. La promoción y las facilidades para llegar debieran ser para los habitantes del Valle de México a quienes les quede más cerca, incluyendo a los de Pachuca y Tulancingo, Hidalgo, y del norte de la zona conurbada de la capital. A quienes, en esta complicada ciudad, les resulte más práctico el Benito Juárez, júrelo usted, lo seguirán usando.

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