Veracruz: ¿Duarte bis?

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

| 15 Feb 2023 - 08:10hrs

El lunes pasado le informé aquí sobre una serie de contratos con el gobierno veracruzano otorgados sin licitación a una supuesta trabajadora de la Secretaría de Educación estatal –entre 2019 y 2022–, que en conjunto suman 100 millones 902 mil pesos.


Quien aparece como beneficiaria, Araly Rodríguez Vez, cubre oficialmente una plaza sindicalizada en el municipio de Cosoleacaque. Luego de varios días de que su nombre saltó a la escena pública, ella sigue sin aparecer, lo cual ha hecho dudar que exista o que ése sea su nombre real.


A partir de que se supo que las secretarías de Seguridad Pública y de Salud pagaron tal cantidad de dinero a alguien que estaba dada de alta fiscalmente como persona física y registrada en un domicilio donde nadie la conoce, el gobernador del estado, el morenista Cuitláhuac García Jiménez, dijo que podría tratarse de una prestanombres y prometió que se realizará una investigación.


Pesquisas de periodistas y legisladores locales indican que detrás de la firma de los contratos estaría la mano de Eleazar Guerrero Pérez, subsecretario de Egresos de la Secretaría de Finanzas y Planeación.


El nombramiento de esa persona fue motivo de un escándalo a inicios del sexenio, pues, ante diversas denuncias de casos de nepotismo en su gobierno, García Jiménez negó que Guerrero Pérez fuera su pariente, aunque luego se demostraría, mediante actas de nacimiento, que eran primos hermanos.


Sin embargo, no sólo no sucedió nada cuando se conoció dicha información, sino que dos hijos del funcionario –sobrinos del gobernador– alcanzaron posiciones en sendas dependencias públicas.


Se pueden encontrar los pasos previos de Guerrero Pérez por la política veracruzana en los periodos de los gobernadores Fidel Herrera y Javier Duarte, como operador político en el municipio de Jilotepec y funcionario de Seguridad Pública, respectivamente. En esa última dependencia, colaboró con el secretario Arturo Bermúdez Zurita, quien sería encarcelado durante el gobierno de Miguel Ángel Yunes, acusado de desaparición forzada y enriquecimiento ilícito.


Al primo del gobernador se le señala como el vínculo entre políticos del PRI y Morena. Hoy aspira a ser candidato a senador en 2024.


Aunque el nombre de Guerrero Pérez no aparece en los contratos millonarios firmados a favor de Araly Rodríguez Vez –para proveer al gobierno estatal de una diversidad de artículos, desde indumentaria médica hasta uniformes policiacos–, sí están los de servidores públicos cercanos a él, como Ulises Rodríguez Landa, jefe de la Unidad Administrativa de la Secretaría de Seguridad Pública, y Jorge Eduardo Sisniega Fernández, director Administrativo de la Secretaría de Salud.


Luego de que, la semana pasada, el gobernador García Jiménez declaró que se indagaba si Rodríguez Vez fungió como “prestanombres” de empresas que no se atreven a dar la cara por temor a ser vetadas, el secretario de Educación estatal, Zenyazen Escobar García, dijo que la servidora pública dejaría de trabajar para la dependencia, como si con eso se terminara el problema. El caso recuerda en mucho los desvíos multimillonarios que se dieron durante el gobierno de Javier Duarte y pone en duda el compromiso del morenista García Jiménez de moralizar la administración pública en un estado que ha sido paradigma de la corrupción.


Si de verdad el presidente Andrés Manuel López Obrador cree que García Jiménez es un hombre honesto –como lo repitió esta semana en su conferencia mañanera–, debiera recomendarle que se aclare cómo fueron otorgados, sin licitación, los jugosos contratos a una desconocida, que no contaba con experiencia alguna como proveedora.


Para que no quede en entredicho la palabra del mandatario, Araly Rodríguez Vez debe ser llamada a declarar a fin de que aclare si es prestanombres y de quién. Así se disiparán los rumores que circulan en Veracruz, como que los contratos son la fachada de un negocio sucio; que la contratista es sólo un fantasma, o bien, que a ésta se le oculta porque tiene vínculos familiares que llegan hasta la cúspide del poder.

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