En Edomex y Coahuila, focos rojos para Morena

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 06 Feb 2023 - 09:09hrs

En los comicios para gobernador de este año se pondrán a prueba dos premisas del oficialismo en materia electoral:
1) que la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador se puede transferir a quien resulte aspirante de Morena y 2) que las encuestas son el mejor método para definir a quien lo represente en la boleta.


Hace tres semanas que arrancaron las precampañas en suelo mexiquense y coahuilense, y los candidatos del morenismo —Delfina Gómez y Armando Guadiana, respectivamente— no terminan de carburar. “Esto es apenas la precampaña, imagínense lo que será la campaña”, dijo, la semana pasada, Gómez a modo de justificación por la pobre asistencia a uno de sus actos de proselitismo. Es cierto, las encuestas publicadas la tienen en ventaja sobre su contrincante, la priista Alejandra del Moral, pero la distancia se ha ido cerrando. De 13 puntos de diferencia que tenía inicialmente, ahora le quedan ocho, según una de ellas. Y aún faltan cuatro meses para que se lleve a cabo la elección.


Más allá de los problemas internos que se reflejan en el desarrollo de la precampaña, Gómez sigue batallando con el recuerdo del diezmo que se rasuró a los trabajadores del ayuntamiento de Texcoco cuando ella fue presidenta municipal. De acuerdo con el Tribunal Electoral, al menos 2.26 millones de pesos —de 10.8 millones retenidos en total—fueron a parar a una organización política afiliada a Morena. Por si fuera poco, ahora su gestión de año y medio en la Secretaría de Educación Pública, que no dejó nada digno de recordar, ha sido señalada por la Auditoría Superior de la Federación por inconsistencias en el manejo de subsidios federales por un monto de 830 millones de pesos, que si bien no constituye por el momento un desfalco, sí obligarán a la SEP y a su extitular a justificar el faltante.


El presidente López Obrador debió salir en su defensa, alegando que la honestidad de Delfina Gómez no está en duda y que ella sigue viviendo en la misma casa de siempre, como si ese dato pudiera terminar con la discusión. Pero lo que está por verse en el Edomex es si Gómez puede salir adelante sola o requerirá todo el tiempo que su jefe político la apuntale con sus declaraciones. Y si esto sucede, se tendrá que ver si ambos logran salir adelante en la elección.


El peligro para López Obrador es que su propia popularidad no alcance para hacer triunfar a su candidata. Si no fuera suficiente, una derrota podría interpretarse como un rechazo del electorado mexiquense al mandatario, un dato ominoso para el oficialismo ante la elección presidencial de 2024, y que obligaría al Presidente a reconsiderar que lo único que necesitan los ciudadanos es que él les indique por quién votar. En Coahuila tampoco camina la precampaña de Armando Guadiana y es alto el riesgo de una derrota —como ya ha admitido el propio presidente de Morena, Mario Delgado— a causa de la división del oficialismo respecto de la encuesta que se aplicó para definir a su candidato a gobernador, un método de designación que ha sido defendido a capa y espada por López Obrador. Inconforme con el resultado, Ricardo Mejía Berdeja, exsubsecretario de Seguridad federal, aceptó la candidatura del Partido del Trabajo y se ha lanzado contra Guadiana, lo que parece casi asegurar el triunfo del candidato de la alianza PRI-PAN-PRD, Manolo Jiménez.


Tal vez entre las llamadas corcholatas se esté tomando nota de que no vale la pena romper con el partido en caso de no ganar la encuesta, pero la posibilidad de que a la hora buena no impere la disciplina interna y que López Obrador nada pueda hacer al respecto, es real. Ya entre los cuatro aspirantes presidenciales del oficialismo están surgiendo diferencias respecto de quién debe aplicar la encuesta y el tipo de preguntas que deben realizarse, cuando sólo faltan cinco meses para que se publique la convocatoria.


Las elecciones en Estado de México y Coahuila quizá no sean claves en sí mismas para vislumbrar el resultado de los comicios presidenciales, pero sí pueden obligar al oficialismo a revisar sus estrategias para enfrentar el 2024.

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