Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 27 Ene 2023 - 09:00hrs
Una de las promesas de campaña que hizo Andrés Manuel López Obrador fue que no viviría en Los Pinos, residencia de todos los presidentes de la República, de Lázaro Cárdenas a Enrique Peña Nieto, con la excepción de Adolfo López Mateos, quien se quedó a vivir en su casa de San Jerónimo.
Hay que reconocer que el tabasqueño hizo lo que dijo… aunque los mexicanos no hayamos salido precisamente beneficiados por su decisión.
Verá: originalmente, López Obrador dijo que buscaría rentar una casa cerca de Palacio Nacional. Luego, que viviría en el inmueble colonial, pero que el acondicionamiento necesario para ello sería mínimo (“sólo necesito donde colgar una hamaca”, afirmó). Al final, se quedó con todo el edificio.
Hasta el sexenio pasado, Palacio Nacional podía ser visitado por cualquiera que quisiera conocer sus murales y otros objetos y espacios de valor histórico. Hoy eso es prácticamente imposible. Es más, un ciudadano de a pie no puede siquiera acercarse a las puertas de su fachada, porque dichos accesos están permanentemente vallados.
El gobierno presume haber convertido Los Pinos en un centro cultural abierto a todos. Sí, ahí sí puede entrar cualquiera. Pero el intercambio no fue buen negocio para los gobernados, pues la exresidencia oficial tiene escaso valor patrimonial, como bien hacía notar hace unos días en un tuit el caricaturista Paco Calderón.
En el conjunto, creado a instancias de Lázaro Cárdenas —quien se rehusó a vivir en Palacio Nacional o el Castillo de Chapultepec, como hicieron sus antecesores—, no hay construcciones que merezcan una mención en los anales de la arquitectura.
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La pregunta es qué pasará cuando López Obrador tenga que desocupar Palacio Nacional, dentro de 20 meses.
Él, lo sabemos —porque lo dice cada vez que puede—, se irá a vivir a su finca en Palenque, Chiapas. Pero ¿qué hará la persona que lo suceda en la Presidencia? ¿Habitará también el Palacio, con lo que los mexicanos habremos perdido, por otro sexenio, el acceso al edificio?
La decisión de López Obrador fue un mero ardid publicitario, pues no ahorró dinero alguno al contribuyente. Nada quedó de su afirmación de que viviría en una casa en la zona del Centro Histórico. Y poco o nada aporta a la cultura de los mexicanos la transformación que se hizo en Los Pinos. Por cierto, aún hay dudas sobre dónde quedaron muchos de los objetos de valor histórico que había en ese lugar antes de 2018.
La hamaca en la que el Presidente dijo que dormiría nunca fue colgada. Y el Jetta blanco en el que se trasladó de su casa de Tlalpan al Palacio Legislativo, el día de su toma de posesión, y que ocasionalmente ha usado durante su mandato, ha cedido su lugar a las camionetas del mismo tipo que acostumbraban sus antecesores para sus desplazamientos.
Total, que México perdió un lugar donde podía poner a sus presidentes para que no estorbaran a los ciudadanos en su vida diaria y, al mismo tiempo, se quedó sin el disfrute público de un museo que relata su paso de la Colonia a la vida independiente.
BUSCAPIÉS
*¿De qué va el intenso activismo político del secretario de Gobernación, Adán Augusto López? ¿Será un esfuerzo real para aumentar su reconocimiento público y aspirar así a competir en la puja por la candidatura presidencial? ¿O tendrá únicamente el propósito de llamar la atención, en un afán de jalar la marca y distraer a los críticos de la jefa de Gobierno capitalina Claudia Sheinbaum, cuya ventaja en las encuestas está bajo asedio por parte del canciller Marcelo Ebrard? Sea lo que sea, se ve que el funcionario se la pasa “muy a gusto”.