Estrategia de seguridad que sigue sin funcionar

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

| 10 Oct 2022 - 09:08hrs

Ayer se cumplió un mes de la aprobación de la reforma que incorporó a la Guardia Nacional a la Sedena. El 1º de septiembre la iniciativa fue enviada por el presidente Andrés Manuel López Obrador a la Cámara de Diputados, que la votó a favor el día 3 y la pasó al Senado, que le dio su visto bueno el día 9. Horas después, la reforma fue publicada en una edición vespertina del Diario Oficial de la Federación.


La prisa con la que se llevó el proceso legislativo obedeció al anuncio que el Presidente había dado el 8 de agosto de que la Guardia Nacional encabezaría el desfile militar del 16 de septiembre, mismo que sería, dijo, “predominantemente orientado a la seguridad pública”.


En los días siguientes, diversas voces del oficialismo justificaron la medida como necesaria para el cumplimiento de las tareas de la Guardia Nacional, así como para evitar que ésta se corrompiera o fuese desaparecida por gobiernos futuros.


Hay que recordar que en una entrevista con La Jornada, en junio de 2019, López Obrador afirmó que “si por mí fuera” desaparecería al Ejército y a la Armada y los convertiría en Guardia Nacional. Unas semanas antes de esa conversación se habían publicado los decretos que creaban la corporación y su ley orgánica. Y pese a la reforma promulgada hace un mes, la Constitución sigue diciendo que la Guardia Nacional es “una institución policial de carácter civil”, que está “adscrita a la secretaría del ramo de seguridad pública”, por lo que distintos expertos en derecho constitucional sostienen que dicha modificación contradice lo establecido en la Carta Magna.


También cabe recordar que, durante sus campañas electorales de 2012 y 2018, el hoy Presidente prometió regresar a los soldados a sus cuarteles, aunque luego cambió de opinión sobre el papel de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad, “ya viendo el problema”, según reconoció en su mañanera del 6 de septiembre. Pero, ¿qué ha pasado desde hace un mes, cumplido el deseo presidencial de que la Guardia Nacional —una corporación de seguridad concebida por él— quedara bajo el control de la Sedena?


De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional Seguridad Pública, que recopila a diario los datos de las fiscalías del país, el homicidio doloso se ha incrementado en casi 8 por ciento. Tan sólo, del 10 de septiembre al 7 de octubre, se registraron, según esos mismos datos oficiales, 2 mil 191 homicidios dolosos, 7.93% más de los que ocurrieron entre 10 de agosto y el 7 de septiembre (2 mil 30). Es decir, en este primer mes de encuadramiento formal de la Guardia Nacional en la Sedena, la cosa está peor.


Tampoco se ha visto mayor operatividad o eficacia de la institución en proteger a los ciudadanos. Por ejemplo, la noche del miércoles pasado se dio un asalto masivo sobre la autopista Puebla-Veracruz, una de las más transitadas del país. Se reportó que unos 40 automovilistas fueron víctimas de ladrones, quienes, a punta de pistola, los despojaron de sus pertenencias, aprovechando que la circulación estaba detenida. Los hechos sucedieron a corta distancia de un destacamento de la Guardia Nacional.



Tampoco acudieron guardias nacionales ni soldados, ese mismo día, a San Miguel Totolapan, Guerrero. Al menos no lo hicieron a tiempo para evitar la masacre de una veintena de personas a manos de un grupo criminal.


Y, por si fuera poco, la semana pasada se filtró en redes sociales un video en el que un elemento de la Guardia Nacional dispara un arma larga por la ventana de su vehículo, mientras se carcajea y escucha música a todo volumen, al tiempo que se conoció que entre los documentos hackeados a la Sedena hay información de que los criminales han podido comprar armas y hasta granadas a elementos del Ejército.


Cabe esperar que el presidente López Obrador encuentre justificaciones a todas esas cosas, porque aquí no se trata de razones, sino de demostrar “quién manda”, aunque correos electrónicos sustraídos por Guacamaya den cuenta de que los únicos que en este país no tienen de qué preocuparse por su seguridad son él y su círculo cercano.

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