Encerrados

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 20 Ene 2025 - 09:48hrs

Picó las espuelas al caballo, que dio


fuerte salto, demostrando así a su


Dulcinea que era tan buen jinete


como esforzado campeón, que


desafiaba a todas las cuadrillas de


bandidos de Río Frío, aventurándose


a regresar a México a una hora


tan avanzada de la tarde.


Manuel Payno


Los bandidos de Río Frío (1888)


 


El intento de asalto a una familia sobre la autopista Texcoco-Calpulalpan, que quedó grabado por una cámara montada en el vehículo de ésta, es una muestra de lo peligroso que se ha vuelto transitar por las carreteras del país. Y no sólo para el transporte de carga, cliente frecuente del crimen organizado, sino para las personas que se desplazan por placer o necesidad y que son cazadas por los rateros, ya sea abordándolas cuando están detenidas a la vera del camino u obligándolas a pararse.


En el video, el conductor exclama “¡a fuerza!”, cuando los delincuentes les cierran el paso y descienden armados, y se da cuenta de que su intuición había sido la correcta al percatarse de las intenciones de quienes los seguían en el otro vehículo.


A golpe de malas experiencias, los mexicanos nos hemos acostumbrado a identificar a los maleantes, quienes, a pesar de eso, se pasean por el país, buscando víctimas, sin que la autoridad haga nada. Si no se pueden documentar más casos es porque no todos los usuarios de los caminos –muchos de los cuales son de cuota y se supone que están vigilados– graban en video el trayecto.


En noviembre se pudo conocer otro caso porque la chef Zahie Téllez, quien viajaba con su esposo entre México y Cuernavaca, daba una entrevista a Imagen Radio en el momento del asalto, que luego se transformó en secuestro. Después de que el hecho se hizo público, se activó un operativo de las autoridades civiles y militares, que concluyó con la liberación de la pareja y la detención de los victimarios, pero ¿qué habría sido si el delito no se conoce en tiempo real?


Hay casos en que los conductores y pasajeros no son tan afortunados. Por esos mismos días, un automóvil Aveo azul fue rafagueado sobre la carretera Villahermosa-Frontera, dejando a una persona sin vida, y, cuatro meses antes, cuando recorrían la autopista México-Pachuca, un hombre y su hijo fueron alcanzados desde otro vehículo y baleados, falleciendo este último en el ataque.


La semana pasada, transportistas organizados denunciaron nuevamente la inseguridad que sufren, mediante una movilización en el Valle de México. Los asaltos y necesidad de contratar equipos de protección han elevado el costo del traslado de mercancías. De acuerdo con la empresa de seguridad Prosegur, 99% de estos delitos ocurre con “uso excesivo” de violencia.


Yo he tenido la oportunidad de conocer por carretera casi todo el país. Primero, porque mi padre era muy aficionado a esos viajes, y, luego, por mi profesión. Aprendí a disfrutar esos traslados, deteniéndome en mil lugares, para visitar, comer y conversar con la gente. Hoy, lamentablemente, ya no es prudente hacerlo. Una simple parada turística o una descompostura lo puede poner a uno en gran peligro. Incluso ni eso, como estuvo a punto de experimentar la familia que iba rumbo a Tlaxcala y que pudo evitar el asalto por la pericia del conductor.


Viajar por carretera es una de tantas experiencias que nos ha arrebatado la inseguridad. Pero hay millones de mexicanos que no tienen de otra, pues los lugares donde viven no ofrecen todos los servicios y tienen que buscarlos en otro lado.


Para quienes habitamos donde mal que bien los hay, lo juicioso es quedarnos encerrados en nuestra ciudad –como si viviéramos en el siglo XIX–, aunque a veces tampoco sea suficiente, como lo saben quienes usan el transporte público.


BUSCAPIÉS
“En los primeros minutos” del nuevo gobierno de Donald Trump, comenzarán las deportaciones de migrantes, dijo ayer en entrevista Michael Waltz, quien será el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. ¿Estará México preparado?

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