Cien días en el 2º piso: la continuidad y el matiz

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 13 Ene 2025 - 08:28hrs

Apenas han transcurrido poco más de tres de los 72 meses para los que fue elegida, pero Claudia Sheinbaum ya hizo el primer balance de su gestión como Presidenta de la República. No se sabe si adoptará la práctica de su antecesor de presentar “informes” trimestrales o de festejar cada aniversario de su triunfo electoral, pero ayer en el Zócalo repasó lo realizado durante los primeros cien días de su administración, una práctica que se ha popularizado en el mundo –para medir el desempeño inicial de un gobierno– y que se retoma del arranque del presidente estadunidense Franklin D. Roosevelt.


Éste no organizó un mitin, sino habló por la radio a sus conciudadanos, el 12 de junio de 1933, justo cuando se cumplían cien días de su administración. Al tomar posesión, había convocado al Congreso a un periodo extraordinario de sesiones a fin de dar curso a una serie de iniciativas para contrarrestar los efectos de la Gran Depresión, entre ellas la Ley de Emergencia Bancaria. El mensaje central de su discurso radial consistió en pedir a los estadunidenses que volvieran a tener confianza en los bancos. “Es más seguro guardar allí su dinero que debajo de su colchón”, les dijo.


 


Lo de ayer de la presidenta Sheinbaum en la Plaza de la Constitución se pareció más a los mítines que, trimestre a trimestre, encabezó Andrés Manuel López Obrador para “informar al pueblo” sobre lo realizado por su gobierno y que sólo se suspendieron en los días más duros de la pandemia (los mítines, no los informes, que se hicieron en Palacio Nacional). Existía la expectativa de que, en su discurso de ayer, la mandataria se distanciara de su predecesor. Sin embargo, igual que sucedió durante la campaña electoral, así como a la hora de convertirse en Presidenta electa y durante la toma de posesión y en los primeros cien días de su gobierno (que se cumplieron el jueves), nada de eso sucedió.


Al contrario: Sheinbaum se manifestó enfáticamente como continuadora de la obra de López Obrador. “¿Por qué le llamamos segundo piso de la Cuarta Transformación?”, preguntó, recién iniciaba su mensaje. Y se respondió: “Porque los cimientos y la base las puso el mejor presidente, Andrés Manuel López Obrador, y a nosotros nos toca consolidar, sumar y avanzar con el segundo piso”. Añadió: “Nos critican algunos medios, la comentocracia y los adversarios políticos, porque no nos diferenciamos, porque defendemos los programas de bienestar y las obras estratégicas, porque hay continuidad en el proyecto. Pero, si siempre lo dijimos, por eso luchamos durante todos estos años y, además, por eso ganamos, para eso nos eligieron, para dar continuidad a la Cuarta Transformación…”. Cuatro veces aludió ayer Sheinbaum a López Obrador por su nombre, una de ellas para decir que la coexistencia de su gobierno con el de Donald Trump había sido uno de los momentos más luminosos de la relación bilateral con EU, comparable, para ella, con los intercambios de Juárez con Lincoln y de Roosevelt con Cárdenas.


Queda claro que quien espera un distanciamiento verbal entre el tabasqueño y su sucesora se quedará con un palmo de narices. Pero el que no exista en lo discursivo no significa que no se vayan asomando las diferencias en las políticas públicas. Sucede como en la canción de Mecano: el matiz viene después. Una de esas diferencias se verá hoy, cuando se presenten los lineamientos del Plan México. En las láminas que se prepararon para ilustrar el anuncio se habla de “crear empleos bien remunerados en sectores de manufactura especializada e innovación”, ya no de la supuesta dignidad de la pobreza y las ventajas de vivir con un solo par de zapatos. Asimismo, de incrementar la capacidad de autogeneración eléctrica de entes privados, algo que era anatema en la pasada administración.


Una cosa es que la Presidenta no rompa en público con su mentor y otra, que mantenga al país anclado en una política económica que lo hizo crecer apenas 1% anual promedio el sexenio pasado, la mitad que los gobiernos neoliberales.


En su discurso de ayer, Sheinbaum dijo que no habría una vuelta al neoliberalismo, pero mejor será esperar para saber bien a bien a qué se refirió con eso.

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