México en París 2024: éxitos individuales, fracaso gubernamental

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 13 Ago 2024 - 09:59hrs

Concluyeron el domingo los Juegos de la XXXIII Olimpiada, que dejaron momentos luminosos por su buena organización –no exenta de polémicas, desde luego– y por grandes actuaciones de muchos atletas, incluyendo 125 nuevas marcas olímpicas y 32 nuevas marcas mundiales.


El movimiento olímpico puede sentirse satisfecho por mantener la cohesión en torno a sus valores en un mundo convulso, que apenas salió de una pandemia y que enfrenta nuevos escenarios bélicos y una multitud de conflictos sociales.


Tocará ahora a cada país participante hacer un corte de caja sobre el desempeño de su delegación. El deporte siempre es un reflejo de la sociedad. Y aunque no puede deducirse que el éxito o el fiasco en unos Juegos Olímpicos son señal inequívoca de bienestar o desdicha colectivas, sí tienen que tomarse en cuenta para el análisis.


Las cinco medallas olímpicas obtenidas por los representantes de México deben aquilatarse en lo que valen para el ganador o ganadora de cada una de ellas, así como para sus entrenadores y la familia que realiza muchos sacrificios a fin de que uno de los suyos pueda dedicarse a un deporte de alto rendimiento.



Igualmente, la participación de los atletas mexicanos que se quedaron cerca de conseguir una presea, pues en varios casos significa que están en el camino de un éxito mayor, que requerirá, desde luego, de perseverancia.


Dicho eso, el país y sus autoridades deben hacer una evaluación crítica de qué falló para que México se quedara corto de la meta fijada por la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, cuya titular bien debiera renunciar ahora y no esperar siquiera el inminente final del sexenio.


El resultado pudo haber sido aún más malo si no ha entrado al quite el Comité Olímpico Mexicano, a cargo de María José Alcalá, levantando la moral de los atletas –despreciados por la Conade– y obteniendo apoyos privados para compensar el escaso o nulo respaldo presupuestario. Para una nación como México, por el tamaño de su población y de su economía, haber quedado en el lugar 65 del medallero es un fracaso.



De las 206 delegaciones participantes en los Juegos Olímpicos de París, tres tienen una característica común que habla de un pobre desempeño deportivo, pues forman parte de la lista de las 20 economías más desarrolladas del mundo y están, al mismo tiempo, entre los 20 países con mayor población y, sin embargo, no lograron colocarse entre las 50 primeras posiciones de la tabla final de París 2024. Esos tres países son India, México y Turquía. Otras seis naciones que están en esa doble condición –entre los más poblados y los más desarrollados– sí lo consiguieron, incluyendo a Brasil (no cuento a Rusia, que está suspendida de las competencias internacionales).


El país sudamericano terminó en la posición 20, mientras que México lo hizo por debajo de Turquía y por arriba de India.


Hace falta un cambio completo de estrategia para no repetir el chasco dentro de cuatro años, en Los Ángeles. Para comenzar, apoyar a los atletas que tengan posibilidad de calificarse para esos Juegos y que puedan competir por una medalla. Y hacerlo, no como dijo el otro día el presidente Andrés Manuel López Obrador, con recursos extraordinarios, como los que se obtendrán mediante la devolución por parte de Estados Unidos de un desvío fraudulento, sino con dinero público programable.


Segundo, financiar, en general, el deporte de alto rendimiento para ir detectando y preparando talentos para dentro de ocho y 12 años, y hacerlo sin temor a pedir el apoyo de la iniciativa privada cuando haga falta.


Tercero, relanzar las políticas para universalizar y sistematizar la práctica del deporte, comenzando por las escuelas, pues ésa es, sin duda, una de las mejores maneras de superar los retos que tiene el país en materia de salud y seguridad pública.


En síntesis, se requiere que la autoridad asuma que el país tuvo un mal desempeño en París y desarrolle, sin soberbia, un plan para remontarlo. Un segundo piso de lo que hizo este gobierno en materia deportiva significaría prolongar el desastre.

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