El extraño viaje de El Mayo Zambada

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 12 Ago 2024 - 09:09hrs

El presidente Andrés Manuel López Obrador lleva 18 días solicitando al gobierno de Estados Unidos que informe sobre un hecho que ocurrió en territorio mexicano: el presunto secuestro de Ismael El Mayo Zambada, veterano narcotraficante y cofundador del Cártel de Sinaloa. Y eso que el mandatario sabe todo lo que acontece en este país. O al menos eso ha venido diciendo desde el inicio de su gobierno. “Éste es un sistema político presidencialista y el Presidente se entera de todo”, afirmó en su conferencia del 3 de septiembre de 2019. “Nada de que el Presidente no sabía”, remató esa vez.


Hay al menos cuatro versiones de qué sucedió el 25 de julio pasado, justo antes de que El Mayo Zambada abordara el avión que lo depositó en el pequeño aeropuerto de Santa Teresa, Nuevo México, donde ya lo aguardaban, a él y a Joaquín Guzmán López, elementos del FBI estadunidense.


Ninguna proviene del gobierno mexicano, sino que son las del propio Zambada; de Fausto Corrales Rodríguez, acompañante del político Héctor Melesio Cuén, asesinado el día de los hechos; de los periodistas Ioan Grillo y Juan Alberto Cedillo, y del embajador estadunidense Ken Salazar, quien no informó directamente a AMLO, como éste pretendía, sino a la opinión pública. Todas tienen puntos de coincidencia en torno a que El Mayo fue convocado a una reunión y luego sacado de México contra su voluntad, lo cual da lugar a dudas políticas aquí y tiene implicaciones jurídicas en Estados Unidos.


De acuerdo con una presunta declaración de Zambada, filtrada el sábado al diario Los Angeles Times, él acudió a un encuentro, a petición de Guzmán López, para resolver una disputa entre el gobernador sinaloense Rubén Rocha Moya y el diputado federal electo Héctor Melesio Cuén respecto de quién debía dirigir la Universidad Autónoma de Sinaloa.


El Mayo dice haber llegado a la reunión acompañado del policía de investigación José Rosario Heras López y de su guardaespaldas Rodolfo Chaidez, y haber visto y saludado allí a Cuén. Con base en su versión, éste fue asesinado en el lugar, mientras que los dos primeros están en calidad de desaparecidos desde aquel día. Esto último ha sido confirmado por los familiares de las víctimas.


El Mayo agrega que fue engañado por Guzmán López para entrar en una habitación, donde fue golpeado, encapuchado, maniatado y luego subido a una camioneta que lo llevó a una pista de aterrizaje cercana a Culiacán, donde lo montaron en el avión que los llevó a él y a Guzmán López a Estados Unidos.


Dicho relato ya había sido publicado, en términos casi idénticos, por los periodistas Grillo y Cedillo. El hecho de que Zambada no viajó voluntariamente a Estados Unidos también ha sido confirmado por el embajador Salazar.



Como le digo, el presunto secuestro del narcotraficante tiene implicaciones legales en Estados Unidos, pues el debido proceso en aquel país complicaría que Zambada pudiese ser procesado en esas condiciones.


El caso recuerda al de Humberto Álvarez Machain, médico tapatío quien, en los años 90, fue llevado a la fuerza a la Unión Americana para responder por el asesinato del agente antinarcóticos Enrique Camarena y debió ser devuelto a México.


También tiene aspectos en común con procesos en los que ciudadanos extranjeros no tuvieron la posibilidad de recibir asistencia consular, como la establece la Convención de Viena de 1963, y que por esa razón han tenido que ser sobreseídos o modificados. Que se sepa, Zambada no ha sido visitado por ningún cónsul mexicano. En cuanto a las dudas que el caso produce en México hay que destacar tres: 1) la aparente desinformación del gobierno, que no sabría ni de dónde despegó la aeronave, 2) que éste pida información a Washington y no a sus propios servicios consulares y 3) que la Fiscalía sinaloense, que tenía un elemento en la nómina de El Mayo, siga diciendo que a Cuén lo asesinaron en un asalto en una gasolinería y no en el lugar de la reunión, pero que no muestre los videos que dice tener y que supuestamente probarían lo primero.


Un caso extraño que se enreda con cada declaración y cuyo desenlace se ha vuelto impredecible.

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