Cuando a Morena lo alcance la alternancia

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 09 Jun 2022 - 09:28hrs



Los cuatro triunfos que obtuvo el partido del gobierno en las elecciones de gobernador del domingo pasado traen apantallados a muchos.


Es verdad, Morena es un fenómeno electoral, pues fue fundado apenas en 2014; participó en su primera elección en 2015; no tenía gobierno estatal alguno en 2018, y muy pronto acumulará una veintena. Además, obtuvo la Presidencia en su primer intento.


Eso no se había visto en la historia moderna del país. Al PAN le tomó medio siglo ganar su primera gubernatura, y 60 años alcanzar la Presidencia; el PRD y Movimiento Ciudadano tardaron ocho y 19 años, respectivamente, en tener gobernador.



 


Hasta ahí, puedo estar de acuerdo. Sin embargo, Morena todavía no pasa su primera prueba en las urnas. Si hacemos a un lado el caso de Baja California, en el que la morenista Marina del Pilar Ávila sucedió en 2021 a su correligionario Jaime Bonilla –quien sólo gobernó dos años–, el partido guinda aún no ha intentado refrendar un gobierno estatal ni la Presidencia.


Como he venido comentando aquí en días recientes, la alternancia es el signo de las elecciones mexicanas. De los últimos 104 procesos para renovar gubernaturas, solamente 26 han terminado en la continuidad del partido en el poder. En las elecciones presidenciales, la alternancia ha sido el resultado en tres de las últimas cuatro (2000, 2012 y 2018).


Únicamente son tres los estados en los que el mismo partido político ha mantenido la gubernatura a lo largo del último cuarto de siglo: Coahuila, Estado de México y Guanajuato. En cambio, la mitad de las entidades federativas ha visto desfilar tres partidos o más en el mismo lapso: Baja California Sur, Chiapas, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz.


Dicho fenómeno ha afectado a todos los partidos gobernantes en los estados, al margen de que sean o no el mismo del Presidente en turno. Sería extraño, entonces, que la alternancia no terminara por alcanzar también a Morena.


Como digo arriba, a ese partido aún no le toca pasar la verdadera prueba de las urnas: aquella en la que el electorado da su opinión no tanto sobre el que llega, sino sobre el que se va.


Eso ocurrirá dentro de dos años, cuando los mexicanos acudan a votar para renovar el Ejecutivo federal, ocho gubernaturas y la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.


Ése será el momento de la verdad para Morena y sus aliados. Los ciudadanos decidirán entonces qué tanto han respondido a sus expectativas el gobierno federal y los gobiernos de esas nueve entidades federativas, de los cuales seis están en manos del oficialismo: los de Chiapas, Morelos, Puebla, Veracruz, Tabasco y la capital del país.



 


Si, desde 2016, los veracruzanos han visto sucederse gobiernos surgidos del PRI, el PAN y Morena, ¿por qué sería extraño que en 2024 no optaran nuevamente por la alternancia, sobre todo tomando en cuenta el desastre que ha sido el gobierno de Cuitláhuac García?


Después de que el oficialismo perdió nueve alcaldías de la Ciudad de México en 2021, ¿quién puede asegurar que la jefatura de Gobierno no cambie nuevamente de manos, sobre todo en el escenario de que Claudia Sheinbaum no alcance la candidatura presidencial?


Si en 2018 los morelenses pusieron en la gubernatura a un futbolista y éste ni siquiera llegó al poder como militante de Morena, ¿por qué no pensar que cualquiera tiene la oportunidad de sucederlo?


Hasta ahora, el partido del presidente López Obrador se ha beneficiado de ser la novedad del sistema político, al que los ciudadanos han venido dando el beneficio de la duda.


Por supuesto, igual que el PAN en Guanajuato y el PRI en el Edomex y Coahuila, Morena tiene la oportunidad de encadenar dos sexenios o más, pues la alternancia no es una fatalidad.


Pero, por simple estadística, la ciudadanía –que conoce muy bien el arma que tiene en las manos a la hora de votar– comenzará a negar la continuidad a uno o más de sus gobiernos.


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