Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 07 Jun 2024 - 08:49hrs
Veracruz debiera ser uno de los motores de la economía nacional. Tiene todo para ello. Sin embargo, en las cuatro décadas que pasaron entre 1980 y 2020 el PIB estatal sólo creció 79.41% o un promedio de 1.98% anual, de acuerdo con datos del Inegi.
En contraste, Chihuahua creció 4.44% anual; Guanajuato, 4.65%; Nuevo León, 5.82%; Querétaro, 6.67%, y Aguascalientes, 7.52 por ciento.
¿Por qué le ha ido tan mal a los veracruzanos? Sin lugar a dudas, por sus malos gobiernos. Y es que cada administración estatal ha resultado peor que la anterior.
La actual, a cargo de Cuitláhuac García Jiménez, no ha sido la excepción. De acuerdo con la organización México Cómo Vamos, el estado está sumido en el último lugar en los indicadores fundamentales de bienestar, entre los cuales están los de salud, educación, acceso a información y comunicaciones y calidad medioambiental.
Aunque es difícil caer más bajo, la ciudadanía veracruzana siguió retando a la ley de la gravedad, el domingo pasado, al dar el triunfo a Rocío Nahle en la elección para suceder a García Jiménez.
Cuando aún falta casi medio año para la toma de posesión, ya se puede adivinar cuáles serán algunas de las características de su gobierno: la corrupción, la represión y la indolencia.
De no aparecer pruebas de que la zacatecana alcanzó la gubernatura de su estado adoptivo mediante malas artes, habrá que decir que a los votantes veracruzanos les valió sorbete elegir a una mujer señalada por su riqueza instantánea.
Luego de que ella y sus familiares fueran señalados como propietarios de inmuebles que adquirieron después de que se encargó de la construcción de la refinería de Dos Bocas, la Secretaría de la Función Pública (!) dio a conocer, en vísperas de las elecciones, que investiga a Nahle por probables omisiones en sus declaraciones patrimoniales.
Ya que estos hechos se dieron antes de que la exsecretaria de Energía tome protesta de su nuevo cargo, no hace falta ser muy creativo para pensar qué puede pasar después.
La divulgación de dichas propiedades parece haber causado una profunda molestia en Nahle, pues a juzgar por una publicación atribuida a un sujeto apodado El Chuletas, conocido en Veracruz por haber sido el encargado de atacar a los medios de comunicación en el estado durante el gobierno de Javier Duarte –y que ahora estaría realizando la misma función para Nahle–, ya existe una lista de medios y periodistas, con nombre y apellido, contra los que se irá la nueva administración, “sin perdón ni olvido” (sic), por haber publicado o comentado la información sobre sus casas.
Por si faltaran señales de alarma respecto de cómo pinta la gestión de la primera gobernadora del estado, su vocera, la experiodista Adriana Muñoz Cabrera, subió ayer a su cuenta de Facebook un mensaje que debiera ser incluido en la galería del horror de las declaraciones infames.
Al comentar en esa red social el hallazgo de los cuerpos de una pareja que había desaparecido en la zona de Poza Rica después de haber intentado mostrar una camioneta con el fin de venderla, Muñoz Cabrera redactó lo siguiente:
“Tantos casos donde se advierte desde hace años NO VAYAN A TALES PUNTOS A VENDER VEHÍCULOS Y MENOS SIN CONOCER (las mayúsculas, el estilo y la ortografía son de ella), háganlo en lugares cercanos y públicos. Están viendo y no ven. Solo googleen como están las zonas a donde van y cuántos finales así se han registrado por ir a ‘mostrar carros’”.
Por un lado, se hace evidente que no todos los veracruzanos cuentan con el aparato de seguridad con el que Nahle se paseaba por los destrozados caminos de Veracruz durante su campaña.
Por otro, la vocera parece estar diciendo que su jefa sólo será la gobernadora de las zonas del estado donde no secuestran y matan, porque las otras, claro está, son gobernadas por el crimen organizado.
Corrupción, represión e indolencia esperan a los habitantes de Veracruz, un estado al que García Jiménez ha hundido en la pobreza y la injusticia, pero al que Nahle llegará a probar que las cosas aún pueden ser peores, cómo no.