Finanzas públicas: la continuidad

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 05 Jun 2024 - 08:49hrs

No han sido raros los secretarios de Hacienda que cruzan la frontera entre dos sexenios. El siglo pasado lo hicieron Eduardo Suárez Aránzolo (1935-1946), Antonio Ortiz Mena (1958-1970), Hugo B. Margáin (1970-1973) y Jesús Silva-Herzog Flores (1982-1986).


En todos esos casos, la ratificación del funcionario en el nuevo gabinete fue una manera de transmitir tranquilidad a los mercados, para sostener el buen rumbo o corregir el malo.


El presidente Gustavo Díaz Ordaz mantuvo en el cargo a Ortiz Mena, quien había sido su compañero en el gabinete de Adolfo López Mateos, pese a detestarlo. Y lo dejó allí todo el sexenio, para garantizar que siguiera la estabilidad en la economía, cosa que sólo el chihuahuense había logrado.


Durante el periodo de transición de 1970, Ortiz Mena renunció para preparar su llegada al Banco Interamericano de Desarrollo. Díaz Ordaz accedió a la petición de su sucesor, Luis Echeverría, para que Hugo B. Margáin, a quien él nombraría como su primer secretario de Hacienda, se hiciera cargo de la dependencia en el último tramo del sexenio.



En marzo de 1982, el presidente José López Portillo despidió a su secretario de Hacienda, David Ibarra Muñoz, y al director de Banxico, Gustavo Romero Kolbeck, porque ambos “se indisciplinaron en una medida de estrategia fundamental en el manejo del desliz del peso”. Para sustituir al primero, designó al subsecretario Silva-Herzog, “previa consulta” con Miguel de la Madrid, quien, era en ese momento candidato presidencial del PRI y tenía con aquél una larga amistad.


Para finales de su periodo, López Portillo comenzaba a desconfiar de Silva-Herzog porque se opuso al control de cambios y a la nacionalización de la banca y sospechaba que se comunicaba con el presidente electo De la Madrid antes que con él (Mis Tiempos, páginas 1192 a 1266).


“Ante el azoro de mis colaboradores más cercanos —recuerda Silva-Herzog en su libro A la distancia—, a mediados de noviembre (de 1982) había empezado a recoger todas mis cosas en la oficina del secretario de Hacienda. Las mantuve en cajas hasta el anuncio oficial de mi confirmación como secretario en el nuevo gobierno. Antes, el 20 de noviembre, el presidente electo me había comunicado su intención de dejarme en el puesto” (página 76).


De confirmarse lo que se ha dicho, Rogelio Ramírez de la O será el quinto titular de Hacienda en seis décadas —y primero en 42 años— en ser ratificado en su posición por el presidente (Presidenta) entrante. Quizá porque ha sido señalado, en diversos momentos, por dictar las decisiones de su virtual sucesora Claudia Sheinbaum, López Obrador quiso dejar claro que él nada tuvo que ver en la continuidad del responsable de las finanzas públicas. En la conferencia mañanera del lunes, el tabasqueño dijo: “No me preguntó, ni yo le sugerí lo de Rogelio. Fue una decisión que ella tomó; ella habló con Rogelio, y él aceptó. Y es por un periodo, según entiendo”.


BUSCAPIÉS


* Ayer, Ramírez de la O tuvo una llamada con inversionistas para intentar apaciguar a los mercados, que reaccionaron negativamente a la decisión de los electores de otorgar la mayoría calificada a Morena y sus aliados en la Cámara baja y una bancada en el Senado que está a cuatro escaños de alcanzarla.


* Sin permitir preguntas, el secretario dijo que trabajaría en la reducción del endeudamiento, “hasta (alcanzar) niveles compatibles con un rango de deuda/PIB sostenible en el mediano plazo, en torno a 3% del PIB”. A algunos economistas les sonó que el nuevo gobierno se está planteando bajar el déficit de manera paulatina y no de golpe en 2025. Veremos cómo lo leen las agencias calificadoras.


* Las palabras de Ramírez de la O no lograron revertir las pérdidas que tuvieron el tipo de cambio y la bolsa el lunes. Quizá eso fue porque el funcionario no tiene respuesta a la inquietud central de los mercados: ¿de verdad usará el oficialismo su nueva supermayoría legislativa para acabar con la independencia del Poder Judicial? Y es que esa pregunta sólo la puede responder una persona: el presidente López Obrador.

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