El miedo a perder la Ciudad de México

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 28 Feb 2024 - 09:05hrs

La capital de la República fue la plataforma de lanzamiento que permitió a Andrés Manuel López Obrador llegar a la Presidencia de la República. De no haber sido por su triunfo apretado en la elección para jefe de Gobierno del Distrito Federal en 2000 —con 37.70% de la votación, frente a 33.40% de Santiago Creel—, el tabasqueño quizá no habría dejado de ser un político de talla regional.

 

La Ciudad de México y el desafuero le dieron la llave para lanzarse en pos del máximo cargo en la República. Incluso después de 2006, la capital siguió siendo un sólido bastión de la izquierda, primero del PRD y luego de Morena.

 

Ése es un fenómeno cuyos orígenes deben rastrearse en el movimiento social que siguió a los terremotos de 1985. Tres años después, el electorado del entonces DF propinó una derrota al candidato priista Carlos Salinas de Gortari. En esa ocasión, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, candidatos del Frente Democrático Nacional, llegaron al Senado de la República para representar a los capitalinos. Después, en 1997, el perredista Cuauhtémoc Cárdenas se convirtió en el primer gobernante de la capital elegido en las urnas.

 

Luego de varios sexenios de dominio político, el poderío de la izquierda parece haber comenzado a resquebrajarse en la Ciudad de México. Algo está pasando. Tan es así que, de sus últimas cuatro conferencias mañaneras, el presidente López Obrador ha dedicado espacio en dos de ellas para quejarse del descenso de su popularidad en la capital.

 

 

El jueves de la semana pasada, lamentó que apenas 63% de los habitantes de esta ciudad lo apoyan, de acuerdo con los datos de una encuesta. Ese porcentaje, dijo, es el más bajo para todas las entidades del país fuera de Aguascalientes.

 

Ayer, volvió sobre el tema. Dijo que la capital se está “empanizando”, “aburguesando” y “derechizando”. Afirmó que el “conservadurismo” antes sólo se podía encontrar en la colonia Del Valle —sobre la cual parece tener una especie de fijación, pues no es la primera vez que la menciona—, “pero ahora ya se extendió”.

 

La explicación que dio el mandatario a esa reducción en su popularidad es que “hay más automóviles, tarda más la gente en los carros escuchando la radio”. Y responsabilizó al contenido de las estaciones radiofónicas de la “manipulación” que, según él, ha llevado a muchos capitalinos a retirarle su apoyo.

 

El Presidente debiera saber que pese a que circulan unos 5.6 millones de vehículos en la CDMX, la gran mayoría de los capitalinos se mueve en transporte público (Metro, Metrobús, microbuses, camiones urbanos y taxis), en el que difícilmente se escuchan los noticiarios radiofónicos que, por lo visto, le molestan.

 

Me parece que las razones de su baja popularidad habría que buscarlas en otro lado. Por ejemplo, en el deterioro que en temas como la movilidad y el abasto de agua ha sufrido la capital en los casi 27 años que ha gobernado un mismo grupo político, mismo que, naturalmente, ha sufrido desgaste, como le ocurre a cualquier partido que repite varias veces en el poder.

 

Todo esto es opinable, desde luego, pero llama la atención que el Presidente se muestre tan interesado en el ánimo de los capitalinos. Sobre todo, cuando el oficialismo postuló para la Presidencia a la gobernante saliente de la capital, Claudia Sheinbaum, quien pretende usar su experiencia en la Ciudad de México para pedir el voto a nivel nacional.

 

¿Será que López Obrador teme que Sheinbaum pueda perder la elección presidencial en la capital y que a Clara Brugada no le alcanzará para hacer que Morena repita en la Jefatura de Gobierno? ¿O por qué la insistencia?

 

BUSCAPIÉS

 

El asesinato, con siete horas de diferencia, de los precandidatos de Morena y el PAN a la alcaldía de Maravatío, Michoacán, debiera mandar el mensaje a la clase política de que la criminalidad amenaza a la democracia misma y que tendría que haber una política de Estado para enfrentar la penetración de la delincuencia organizada en la vida institucional.

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