Los sexenios no acaban como prometen

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 14 Dic 2023 - 08:41hrs

El 20 de noviembre de 2017, el equipo de Andrés Manuel López Obrador presentó en una conferencia su Proyecto de Desarrollo 2018-2024, el plan sobre el que el tabasqueño se proponía gobernar el país en caso de ganar los comicios.

 

Tocó al empresario Alfonso Romo –quien había mutado de crítico en simpatizante de López Obrador y luego ejercería como jefe de la Oficina de la Presidencia en los primeros dos años del sexenio– presentar el proyecto de siete puntos.

 

Hoy, a cinco años del inicio del gobierno y a seis de esa conferencia, es posible contrastar lo ofrecido con los resultados.

 

El primer punto fue “combate total y frontal de la corrupción”. Fue la principal bandera de López Obrador en campaña y es el tema más mencionado en sus conferencias mañaneras. Ha habido casos sonados, como el proceso contra Emilio Lozoya, pero han sido muy puntuales. Ha habido dinero recuperado, pero no en el monto de la corrupción conocida o que ha sido señalada o insinuada por el propio Presidente. Y el actual sexenio ha sido marcado por uno de los casos de desvío de recursos más cuantiosos de la historia reciente: el de Segalmex.

 

El segundo: “Respeto irrestricto al Estado de derecho”. La posición del Presente sobre esta materia puede resumirse en su frase “No me salgan con que la ley es la ley”. López Obrador no ha respetado a los impartidores de justicia que se han atrevido a contradecirlo. En el caso de Rosario Robles, se le puso un juez de consigna y falsificó una licencia de manejo para mantenerla presa. La andanada contra el imperio de la ley ha incluido los intentos de colonizar y someter a la Suprema Corte.

 

El tercero: “Regresar la tranquilidad física y la paz a los ciudadanos”. Éste es uno de los grandes fracasos del sexenio, en el que se ha rebasado ampliamente el número de homicidios dolosos alcanzado en otros periodos de gobierno. La extorsión se ha extendido por el país, sometiendo a los ciudadanos y sectores de la economía. Muchas carreteras son peligrosas para circular, por la presencia de asaltantes. En diversas comunidades rurales, los habitantes han tenido que convertirse en desplazados.

 

El cuarto: “No se está pensando en crear más leyes, sino en cumplir las que existen”. El Presidente ha usado las mayorías que tiene en las dos Cámaras para hacer una diversidad de modificaciones legales. Si no hizo más reformas es porque en 2021 el oficialismo perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y porque la Corte ha rebotado sus cambios cuando éstos contradicen a la Constitución. Asimismo, se ha negado a cumplir leyes existentes por considerarlas “injustas”.

 

El quinto: “Ejecución austera, responsable y honesta del gasto público”. Depende cómo se vea. Es verdad que el boato de otros tiempos ha desaparecido y ha aumentado la recaudación. Hay áreas de la administración pública que han sufrido recortes hasta quedar en los huesos, mientras que a las obras emblemáticas del Presidente no les han faltado recursos. Hasta el quinto año hubo un manejo equilibrado del presupuesto, pero, para concluir el gobierno y enfrentar el proceso electoral, ha reaparecido el endeudamiento. Por ello, habrá que esperar el sexto año para evaluar lo hecho en ese rubro.

 

El sexto: “Respeto a la propiedad privada”. No sólo se ha estigmatizado a quien tiene dinero, en una exaltación de la pobreza, sino que se ha recurrido a expropiaciones –cerca de medio millar– para abrir paso a las obras ferroviarias del gobierno, como denunció en mayo pasado la Concanaco. Lo mismo sucedió en 2021 con algunos terrenos adyacentes a la base área de Santa Lucía para construir el aeropuerto Felipe Ángeles.

 

El séptimo: “Priorizar la educación y la cultura”. Lo que se ha priorizado es la ideología, como objetivo y método de enseñanza. Los resultados de la prueba PISA demuestran que el aprendizaje va en picada, en parte por falta de inversión. Y la cultura sólo vale cuando repite las consignas de la autodenominada Cuarta Transformación, por lo cual la Feria del Libro de Guadalajara es su gran tabú.

 

La historia demuestra que los sexenios no terminan como empiezan. Las buenas intenciones y las promesas de los equipos de campaña dan lugar a la frustración. Por eso, en 2024, hay que ver cómo termina la película y no apantallarse con el tráiler.

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