Los congeladores de la muerte

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 16 Ago 2023 - 09:54hrs

Poza Rica, la ciudad más importante del norte de Veracruz, vive una guerra entre facciones rivales del crimen organizado que ha dejado, sólo en lo que va de este año, decenas de muertos y desaparecidos.


El Cártel Jalisco Nueva Generación y grupos locales surgidos del Cártel del Golfo mantienen una disputa por el territorio que comenzó a ser evidente en las primeras horas de 2023, cuando sicarios atacaron los bares Molino Rojo y El Cafre, donde la primera organización presuntamente distribuía drogas. Esa vez, ocho personas fueron asesinadas.


Tres semanas después, sobre la carretera Veracruz-Xalapa, fue ejecutado Fernando Pérez Vega, político del municipio de Coxquihui, quien volvía de una reunión del partido Fuerza por México celebrada en Boca del Río. Algunas versiones señalan que a Pérez Vega, apodado El Pino, lo habría mandado matar el CJNG por haber levantado a un familiar de uno de sus líderes locales, luego de que éste ordenó el asesinato del jefe policiaco de Espinal, con quien aquél tenía acuerdos.


El 9 de mayo aparecieron restos humanos embolsados y abandonados sobre el bulevar Central Oriente de Poza Rica. Cinco días después, se encontraron otros en una hielera, dentro de una vivienda de la colonia Chapultepec. El 10 de julio fue atacado el bar La Preferida, donde fueron asesinados el dueño del establecimiento y otro hombre.


El 14 de julio, ocurrió una protesta que terminó con actos de violencia contra las oficinas de la Secretaría de Seguridad estatal. De acuerdo con autoridades, los manifestantes, quienes lanzaron piedras contra las instalaciones, habían recibido un pago por parte de La Sombra, uno de los grupos locales que se disputan el control de la plaza con el CJNG.


A finales de ese mes, fue ejecutada Zayma Zoraya Zamora, activista y excandidata a la alcaldía por el partido local Unidad Ciudadana. El crimen ocurrió frente a su negocio, un taller de mofles ubicado en la colonia Las Granjas. De acuerdo con su página de Facebook, formaba parte de la coordinación de trabajos en Poza Rica a favor de Adán Augusto López. El gobierno veracruzano —que apoya a Claudia Sheinbaum en la contienda por la candidatura de Morena— había señalado a Zamora como una de las personas que habían organizado la protesta contra la policía estatal.


El 4 de agosto volvieron a aparecer restos humanos en la vía pública, ahora en inmediaciones de un campo de beisbol de la colonia Ávila Camacho. He ahí el contexto en el que se dio el hallazgo, este domingo, de dos casas de seguridad del crimen organizado donde se encontraron restos humanos, perfectamente embalados y colocados en congeladores tipo comercial. Las fotos que se difundieron muestran un lugar limpísimo, que, de no ser por el contenido de los frigoríficos, podría confundirse con un negocio de productos congelados.


Luego de un día de silencio, la fiscalía estatal reconoció el hallazgo y fue enfática en decir que el número de cuerpos que ahí se encontraron era inferior al que circulaba en redes y medios de comunicación, como si eso atenuara el horror.


Por su parte, el gobernador Cuitláhuac García, quien días antes se hizo el chistoso grabando un sketch para burlarse de quienes critican los libros de texto, solamente atinó a decir que en Poza Rica se da una vieja contienda por el control de la plaza —algo de lo que los habitantes de esa ciudad están más que enterados—, pero que “hay tranquilidad”.


Con todo lo terrible que resulta, el hallazgo de los restos podría tener un ángulo venturoso: aclarar qué ha pasado con las más de cien personas reportadas como desaparecidas en Poza Rica desde 2018. De éstas, 45 corresponden a este año. En los municipios aledaños de Papantla, Tihuatlán y Coatzintla hay otros 43 ausentes, de acuerdo con datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.


Lo que sucede en Poza Rica, digno de una película de terror, es otra muestra del desgobierno en Veracruz. E —igual que el reciente secuestro de cinco jóvenes en Lagos de Moreno, Jalisco— debiera tener una respuesta contundente de la sociedad mexicana.

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