Un ratón vaquero.

Tinta y tinte de una mujer

Valeria Aime Tannos Díaz

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| 12 Jun 2023 - 19:57hrs

En uno de los viajes que hice a Estados Unidos, tuve una experiencia que me hizo reflexionar y recapitular el cómo funciona el color de piel para todo. En una de aquellas noches en las que salí a cenar a un restaurante “fino”, el requisito que se pedía era tener una reservación y pagar esa reservación en su página web; se hizo todo el proceso y sin ningún problema entré a mi mesa. Desde que entré empezaron algunas miradas de otras mesas, muchas de las cuales parecían ser críticas y eso desató más la reflexión a todo lo demás.


 


Lo primero que se me vino a la mente fue aquel comentario familiar que se hace cuando conoces a una persona; “búscate a alguien que mejore la raza de la familia”, para más adelante tener hijos bonitos (tomando en cuenta que en México se trata como sinónimo de bonito el ser blanco). Conforme pasaba la velada e iba consumiendo mis alimentos me percaté de cómo diferentes mesas trataban diferente a los chicos que los atendían; dos de ellos eran latinos y definitivamente el trato era considerablemente grosero.


 


Entonces ya para el postre, había terminado de aclarar esas ideas que hilé de toda la noche. Desde que somos niños se nos hacen comentarios de juntarnos con niños más blancos que nosotros o de buscar siempre a la niña güerita como amiga o como pareja. Mas tarde, en la adolescencia y de manera inconsciente tratamos de buscar una pareja más blanca y, sin lugar a duda, buscamos aprobación social para nosotros sentirnos mejor con nuestro propio cuerpo.


 


Tratamos de buscar un estereotipo de belleza que se nos fue impuesto desde la belleza europea, se nos olvida que nosotros no lo somos y que nuestra cultura y nuestros antepasados son resultado del mestizaje. Hasta parece, en muchas ocasiones, que lo vemos como algo malo, que está mal ser morenos o “prietos”.


 


Pero tampoco es nuestra culpa tener esas ideas que claro, son racistas; es algo que se viene imponiendo desde el régimen colonial, desde aquellos tiempos en que los esclavos eran las personas afrodescendientes, y claro, eran los que tenían las peores condiciones de vida, es obvio que con el paso del tiempo hemos relacionado el color de piel con aquello malo que nos pasa socialmente. A lo que me llevó a relacionar los anuncios escolares en los que siempre salen los chicos blancos con facciones leves, narices pequeñas y labios pequeños también.


 


El racismo me parece mucho más peligroso cuando se proyecta del mismo grupo de personas que son racializadas en todo el mundo, si nosotros mismos no encontramos una armonía racial, no esperemos mucho de otros países en los que se nos trata todavía peor; no cabe duda que México entra siempre en aquel racismo (mayormente proveniente de Estados Unidos) en el que desde la películas se manejan a los mexicanos como aquellos que andan en sombrero, botas y un par de pistolas; Un ratón vaquero.


 


Parece increíble que todavía en el 2023 sigamos nosotros mismos replicando lo que por tantos se nos ha hecho a todo el país. Muy diferente sería que en las películas que salen de Estados Unidos o de otros países, se viera a México como yo lo veo; un México con una cultura tan bella, en el que cada día nos sentimos orgullosos de los logros que hacemos para el mundo; por ejemplo, de Katya Echazarreta, la primera mujer Mexicana en viajar al espacio o de Guillermo del Toro, que nos ha dejado en alto por esas increíbles películas que a todos nos encantan.


 


Ese cambio puede hacerse desde casa todos los días, dejando de alimentar aquel odio a nuestras raíces y a nuestro color de piel, dejando de replicar en nuestros hijos que la belleza viene únicamente si eres güerx o rubix. Empecemos todos a dejar de vernos menos por ser morenitos y comencemos a vernos como seres humanos iguales.


 


 


valeria.tannosdiaz@outlook.com


 


 


 


 


 


 


 

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