Seis mensajes del 4J

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 05 Jun 2023 - 09:30hrs

Las elecciones de ayer, 4 de junio, en Coahuila y Estado de México permiten sacar algunas conclusiones:


1) Morena se anotó un gran triunfo electoral el domingo, pero con matices: arrebató al PRI el Estado de México, la entidad más poblada del país, con un rango de victoria de entre el 52 y el 54 por ciento, pero con una oposición que capturó entre 43 y 45 por ciento (de acuerdo con el conteo rápido del INE). Aun así, el ganador absoluto en el territorio mexiquense fue el abstencionismo, pues quienes dejaron de votar fueron el doble o más de quienes sufragaron por cualquiera de las dos coaliciones participantes en esos comicios. En el Edomex, la oposición no logró generar la gran ola de electores que buscaba.


2) La victoria de Morena en el Estado de México pone fin al dominio del PRI sobre la política local, que comenzó con el general obregonista Filiberto Gómez y el gomismo, en 1929, y siguió con el Grupo Atlacomulco. Más allá de si el resultado se construyó con base en un pobre entusiasmo de los priistas y sus aliados, no era sencilla la tarea de arrebatarle un bastión que dio al tricolor dos presidentes de la República, Adolfo López Mateos y Enrique Peña Nieto, y personajes como Isidro Fabela y Carlos Hank. La dinastía Del Mazo se acabó en la tercera generación. Curiosamente, la próxima gobernadora se apellida Gómez.


3) Con su derrota en el Estado de México, el PRI se ha quedado como una organización regional –el partido de la Comarca Lagunera– que sólo cuenta con las gubernaturas de Durango y Coahuila, después de que hace apenas 35 años las tenía todas. El tricolor logró sobrevivir a sus primeras dos derrotas en una contienda presidencial (2000 y 2006), refugiándose en los gobiernos estatales, pero se ve difícil, casi imposible, que pueda sobreponerse a la tercera (2018), más aún con sólo dos gobiernos estatales. El partido fundado por Plutarco Elías Calles en 1929 está en sus últimos días. Hoy tiene más embajadores, designados por el presidente López Obrador, que gobernadores.


4) Las posibilidades de la oposición están en el aliancismo. Si solos consiguen poco, PRI, PAN y PRD pueden tener alguna esperanza en su acción conjunta. Unidos ganaron Coahuila, de manera arrolladora, con un candidato surgido del PRI, y juntos lograron, pese a la derrota, un porcentaje de votos en el Estado de México, superior al que obtuvo Alfredo del Mazo en 2017. Eso sí, los tres partidos necesitan actuar con humildad, acercarse más a la sociedad y buscar candidatos comunes que entusiasmen. La priista Alejandra del Moral lo hizo poco con los panistas, pues obtuvo entre ellos cuatro puntos menos que Josefina Vázquez Mota hace seis años.


5) La derrota del oficialismo en Coahuila deja lecciones, algunas de las cuales ya adelantaba yo aquí el viernes pasado. La división es su kriptonita, pues permite que la oposición se vuelva competitiva y hasta le gane, como ya había pasado en Durango. Perder en la tierra de Madero tiene un mensaje adicional: el norte del país, o al menos una parte de él, desconfía del centro y, en este caso, del proyecto de la 4T. Coahuila es un estado clave para ganar la Presidencia (uno de los diez estados que siempre gana el candidato que triunfa en la elección presidencial). Necesita, pues, cuidar su unidad interna y tener un mensaje atractivo para Chihuahua, Coahuila y Nuevo León.


6) El desenlace en el Estado de México es una buena noticia para Claudia Sheinbaum y mala para las otras corcholatas. ¿Por qué? Porque, a pesar de que el triunfo de Delfina Gómez no fue tan amplio como hubiera querido el oficialismo o como pronosticaban algunas encuestas, se probó que el Presidente no tiene que prescindir de su opción preferida para ganar una elección complicada. Delfina Gómez siempre fue su candidata favorita para el Edomex, y está claro que Sheinbaum lo es para 2024. Un resultado más cerrado quizá lo habría obligado a repensar su apoyo.

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