Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 28 Mar 2023 - 07:56hrs
El 5 de septiembre de 2017, al hablar ante el Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, en la ciudad de Washington, el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador llamó a retirar el pase automático que beneficiaría al procurador Raúl Cervantes Andrade para convertirse en titular de la naciente Fiscalía General de la República, por no tener consenso, y sugirió reemplazarlo por alguien autónomo, “un ciudadano ejemplar, recto y honesto”.
Por esos días, Cervantes era blanco de críticas por su cercanía con el presidente Enrique Peña Nieto y por la presunción de que el objetivo de ungirlo de forma automática era para que le cuidara las espaldas a éste una vez que dejara el poder. La oposición alegaba que Peña Nieto quería heredar al país un “fiscal carnal”. El 16 de octubre de 2017, Cervantes renunció de forma irrevocable a la PGR.
Cinco años y medio después de aquella conferencia en la capital estadunidense, López Obrador parece haberse olvidado de demandas de autonomía y búsquedas de consenso. Ahora ve muy normal que la quinteta de aspirantes a la presidencia del Instituto Nacional Electoral esté integrada por personas que están en la órbita de su movimiento político.
Para el mandatario, la justificación es sencilla: “Más de la mitad de los ciudadanos, para no exagerar, simpatizan con nuestro movimiento”, dijo ayer en su conferencia mañanera. Y agregó: “Si pertenecen, si simpatizan con nuestro movimiento, pues no están impedidos si no lo prohíbe la ley. Es decir, si en los requisitos no está prohibido”.
El mismo hombre que ha declarado que no le salgan con que “la ley es la ley” y que siempre hay que optar por la justicia antes que por la norma, ahora se dice legalista a ultranza y abjura de criticar la cercanía de los titulares de los organismos autónomos con el gobierno, como sí hacía en 2017. Para él, no hay problema si en el INE hay una consejera presidenta carnal.
Por si fuera poco, ayer afirmó que, ante el freno que puso el Poder Judicial a su plan B de contrarreforma electoral, ya tiene en mente un plan C, que consiste en llamar a que “no se vote por el bloque conservador, para que siga la transformación”.
Quien eso dijo es el mismo hombre que exclamó “¡cállate, chachalaca!” al entonces presidente Vicente Fox cuando, en marzo de 2006, éste dijo que los mexicanos no debían “cambiar de caballo a la mitad del río”, y que logró, mediante su inconformidad con los comicios de ese año, que en la Constitución quedara inscrita una orden a los servidores públicos para conducirse de forma imparcial en materia electoral.
BUSCAPIÉS
* Al criticar nuevamente ayer a Lorenzo Córdova y su gira de despedida como presidente consejero del INE, López Obrador arremetió contra el Centro Wilson, que la semana pasada recibió al funcionario mexicano. “Un grupo de simuladores que no se pronuncian cuando se trata de daños que causa la oligarquía en el mundo”, calificó a la institución. Se ve que no pensaba lo mismo –o no lo expresó– cuando fue recibido allí el 5 de septiembre de 2017, como digo arriba, y también el 11 de octubre de 2011.
* El hastío de Washington con el gobierno mexicano dio la impresión de subir una rayita con la aparente intención de la Oficina de la Representación Comercial de la Casa Blanca de emplazar a aquél para que atienda los diferendos que tienen ambos países en materia energética y que la llevaron a pedir consultas formales el 20 de julio pasado. De acuerdo con la agencia Reuters, una falta de respuesta daría lugar a la convocatoria a un panel de resolución de controversias, en el que México tiene más que perder que ganar.
* Hace unos días, pasé frente a una librería del Fondo de Cultura Económica. En el escaparate se exhibían diez obras del mismo autor y dos más de alguien de su mismo apellido. Eso sería raro en cualquier librería seria. El problema es que el autor es Paco Ignacio Taibo II, director de la institución, y el otro es su hermano, Benito. A principios del gobierno de Fox, un director de Notimex fue despedido porque la agencia cubrió la presentación de un libro suyo. ¿En este caso no se va a investigar el evidente conflicto de interés?