Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 20 Mar 2023 - 09:20hrs
Aunque será supuestamente “el pueblo” el que decidirá, mediante una encuesta, quién representará a Morena en la boleta de la elección presidencial de 2024, Andrés Manuel López Obrador ya dispuso que esa candidatura no deberá apartarse ni un centímetro de las políticas del actual gobierno.
El sábado, en el Zócalo, el mandatario se refirió a la sucesión presidencial de 1940 para dejar ver que él no hará lo que hizo el presidente Lázaro Cárdenas de designar como candidato a sucederlo a un político moderado, como Manuel Ávila Camacho, con quien “se empezaron a abandonar el auténtico ideal revolucionario y las acciones en beneficio del pueblo” y “se instauró la paz de las componendas y de la corrupción”.
López Obrador dijo que apostar por las “posturas moderadas” de Ávila Camacho no sirvió a Cárdenas para evitar la confrontación política pues, “de todas maneras, la elección presidencial fue complicada y violenta”. Más hubiera valido, agregó, en plan de historiador, que Cárdenas se decidiera por su paisano Francisco J. Múgica, secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, porque era “con quien tenía más afinidad ideológica y (…) representaba una mayor certeza de continuidad y profundizar la política social y nacionalista”.
Agregó: “Siempre se ha hablado de que el general (Cárdenas) no optó por Múgica ante el riesgo de una intervención extranjera. Sin embargo, como hemos visto, en ese entonces gobernaba Roosevelt, que había demostrado su respeto a la soberanía nacional y que estaba por estallar la Segunda Guerra Mundial, situación que contribuía a disipar la amenaza de una intervención estadunidense. Desde mi punto de vista, lo que más influyó a la hora de la decisión fue la circunstancia política interna; es decir, la beligerancia de los grupos de derecha”. Por eso, añadió, en esta ocasión, de cara a la sucesión de 2024, el oficialismo no habrá de “zigzaguear”.
Desde la tribuna del acto conmemorativo del 85 aniversario de la Expropiación Petrolera, teniendo ahí como testigos a sus corcholatas, López Obrador aseveró: “No a las medias tintas; no aceptaremos nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillación y empobrecimiento de las mayorías”. Así, el Presidente advirtió que quien quiera sucederlo no deberá apartarse de su propio pensamiento y prioridades, lo cual obligará a quienes aspiren a la candidatura del oficialismo a que sean una simple calca del tabasqueño. López Obrador quiere, pues, que la elección de 2024 sea como la de 1940, pero con alguien radical como representante del oficialismo. Se refirió a la candidatura de Juan Andreu Almazán en aquellos comicios, pero manipuló la historia, al pretender olvidar que éste fue lanzado por una facción del Ejército y no por la “derecha” —es decir, salió del propio oficialismo de entonces—, y que la violencia que se desató en aquella jornada electoral fue provocada por los adeptos del entonces Partido de la Revolución Mexicana, antecedente del PRI, como lo confiesa el cacique potosino Gonzalo N. Santos en sus memorias.
Tampoco recordó los logros de Ávila Camacho en su administración, como la creación del IMSS y el haber guiado a México serenamente por el trance de la Segunda Guerra Mundial. López Obrador no está pensando en sí mismo como Lázaro Cárdenas, sino como Plutarco Elías Calles, quien pretendió controlar a sus sucesores —y lo hizo con Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez—, hasta que Cárdenas lo mandó al exilio. Entre 1928 y 1934, el expresidente Calles siguió dominando la política al punto de que las reuniones de gabinete se realizaban en la casa del militar sonorense, en la colonia Anzures, y no en el Castillo de Chapultepec, la entonces residencia oficial del Ejecutivo, a cuyo pie algún irreverente hizo una pinta que decía: “Aquí vive el Presidente, (pero) el que manda vive enfrente”.
La pregunta es si quien suceda a López Obrador querrá ser como Ortiz Rubio o como Cárdenas, quien tuvo la valentía de sacudirse la tutela de Calles e inauguró así la regla no escrita de que los expresidentes —grupo del que formará parte el tabasqueño en 18 meses— se abstengan de intervenir en las decisiones del siguiente gobierno.