El gol, facilito de meter, que podríamos fallar

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 20 Dic 2022 - 08:39hrs

Los expertos en comercio internacional coinciden en que México tiene frente a sí una oportunidad dorada, que no volverá a presentarse en un siglo, para captar la inversión extranjera que está saliendo de China por el desacoplamiento económico de ese país con Estados Unidos, cosa que ha dado lugar a una relocalización de empresas conocida como nearshoring. Se considera que México, por tener una frontera de más de 3 mil kilómetros con Estados Unidos, es el destino ideal para las empresas que buscan recolocarse cerca del mayor mercado mundial.


Imagine usted un partido de futbol en que México está compitiendo con once jugadores y el rival sólo tiene siete en el campo, porque le han expulsado a cuatro. La lógica dice que nuestro equipo debe ganar el partido. Sin embargo, eso no puede suceder a menos de que meta más goles que el adversario. La cosa es que no está claro que tengamos esa capacidad goleadora. Incluso un delantero que se encuentre con la portería libre y el guardameta vencido debe apuntar bien para anotar. Y hay veces, se ha visto, que esos tiros se fallan.


El nearshoring representa enormes oportunidades para México. En 2020, China exportó bienes por 450 mil millones de dólares a EU. Si México reemplazara a China en la mitad de dichas exportaciones, nuestro país ingresaría un 60% adicional en divisas por ese comercio. Sin embargo, para lograrlo, México debe meter gol. Y eso implica atraer las inversiones que salen de China o las que en otro tiempo habrían tenido su destino natural en el país asiático. Para ello, es necesario ofrecer a los inversionistas lo que están buscando. Y en tiempos recientes se ha notado que México no lo tiene. Lo que le falta son, principalmente, tres cosas: 1) tierra a precio competitivo para construir naves industriales; 2) energía, y 3) agua.


Antes se pensaba que, por tener mano de obra barata, nuestro país podría beneficiarse de la inversión. Sin embargo, los procesos de robotización de la industria han puesto en entredicho esa ventaja. Como resultado de sus carencias y la pérdida de importancia de sus fortalezas tradicionales, México ha ido perdiendo inversiones potenciales. Aunque suene increíble, éstas se han ido del otro lado de la frontera. Sí, a Estados Unidos. Una de ellas es de la empresa estadunidense Tempco Glass, fabricante de vidrio plano. La compañía, con sede en Flushing, Nueva York, ha provisto de vidrio para ventanas a cadenas hoteleras como Hilton, Marriott y Wyndham, así como a edificios de oficinas y complejos residenciales.


El director de una institución de banca de desarrollo me relató que Tempco buscó construir una planta en Mexicali, Baja California, para surtir a sus clientes de la costa oeste de Estados Unidos, pero que la inversión no pudo concretarse porque no había energía suficiente. Cuando la empresa propuso proveer su propia electricidad, fue informada de que eso no era posible legalmente. Durante seis meses, sus representantes negociaron con la CFE para que les instalara una línea de transmisión, pero les informaron que eso sólo lo podía decidir el Presidente de la República. Hartos, los estadunidenses abandonaron el proyecto en Baja California y se lo llevaron a Texas, con todo y los mil 500 empleos directos asociados.


La fuente que me contó esa historia –y que prefirió permanecer anónima– me dijo que el problema, en dicho caso y en otros, no es sólo que México no tiene una oferta de tierra suficiente para que se instalen las empresas interesadas, ni energía ni agua en cantidades necesarias, sino una terrible abulia burocrática: no hay quien resuelva. “Nadie te contesta”, me explicó. “Te dejan esperando, y entre tanto, caen los coyotes a pedirte dinero para facilitar los trámites”. Y en cuanto a la energía disponible, agregó, no hay mucho que proponer porque “México ya está al límite”.


En cambio, remató, “Texas ha sido muy agresivo en atraer inversiones. Les ofrece esquemas fiscales semejantes a los de México, pero con la facilidad de pagar a plazos”. Eso hace que empresas como Tempco prefieran instalarse allá. Es así como México podría no aprovechar como debiera la oportunidad dorada del nearshoring.


 

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