Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 15 Nov 2022 - 09:18hrs
Ayer en la madrugada, una mujer que huía de unos asaltantes cayó en una coladera destapada sobre la calle Hortelanos, en la colonia Morelos.
La víctima viajaba rumbo a su trabajo, en una unidad de transporte público, cuando se percató de que los rateros comenzaban a despojar a los pasajeros de sus pertenencias, como ocurre en México un día sí y otro también. Para evitar el asalto, se bajó precipitadamente del microbús por la puerta trasera, pero, apenas se apeó, cayó en el orificio.
La mujer, de 40 años de edad, tuvo la suerte de ser auxiliada por algunos buenos samaritanos, aunque resultó seriamente lastimada. Durante más de dos horas permaneció recostada sobre el pavimento, en espera de que llegara una ambulancia.
Los vecinos dijeron que la coladera lleva cinco años destapada y que ya se han suscitado accidentes. Frente a las cámaras de televisión, un espontáneo colocó una vieja silla de madera y una llanta usada en el hueco, rebosante de agua puerca, para evitar que alguien volviera a caer en él.
Esto sucedió apenas cuatro días después de que dos jóvenes mujeres, de 16 y 23 años de edad, fallecieran al caer en una coladera destapada, cerca de la estación Velódromo del Metro, en la alcaldía Iztacalco, cuando se dirigían a un concierto en el Palacio de los Deportes.
La muerte de las hermanas Esmeralda y Sofía dio pie a que comenzaran a publicarse en redes sociales y medios de comunicación imágenes de alcantarillas destapadas por toda la Ciudad de México. La situación es tan frecuente que no tardó en presentarse un nuevo percance. Lo peor es que un usuario de redes sociales había alertado a las autoridades capitalinas sobre la coladera descubierta en Iztacalco, pero la denuncia, que incluía una foto, no recibió atención alguna.
El hurto de tapas metálicas del drenaje, para ser vendidas por kilo, se ha convertido en negocio. Lo mismo sucede con los cables eléctricos y hasta las placas de los monumentos. Si hubiese castigo para esa práctica, no habría este tipo de trampas mortales en calles y banquetas de la capital y otras ciudades.
El peligro no sólo es para los peatones. En junio de 2021, un ciclista que circulaba sobre la avenida Cuitláhuac, en Azcapotzalco, murió al caer en una alcantarilla destapada. El 22 de enero de este año, otro ciclista tuvo un accidente similar, en el paso a desnivel del Eje Central, y resultó atropellado.
Las coladeras destapadas resumen muchos de los males nacionales: el robo que no se castiga y carcome la vida social, la corrupción que permite la privatización del patrimonio público, la incuria que niega los derechos de los gobernados, la tardanza en atender denuncias y responder a situaciones de urgencia y el taponamiento improvisado de los problemas sin que se les dé solución definitiva.
Qué peligroso resulta usar las calles. Todo el tiempo tiene uno que voltear hacia los lados y para atrás, a fin de que no lo sorprendan los ladrones acechantes, y, al mismo tiempo, no perder de vista el piso, a riesgo de tropezarse en las banquetas destrozadas e irse de bruces, o, peor, ser tragado por la tierra.
BUSCAPIÉS
*Pues no, no hubo reconocimiento por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador a la voz de los ciudadanos que salieron el domingo a las calles para defender al INE. El mandatario minimizó las marchas y volvió a las ofensas. Quienes participaron en las movilizaciones, dijo, son “clasistas”, “racistas” y nostálgicos de los supuestos privilegios que perdieron cuando él llegó al poder.
*Uno de los efectos inmediatos de las manifestaciones –en las que participaron cientos de miles de personas en más de medio centenar de ciudades del país y el extranjero—es elevar el costo para los legisladores del PRI, de sumarse a los del oficialismo a la hora de votar la iniciativa de contrarreforma electoral de López Obrador. Aún podría pasar, desde luego, pero implicaría el suicidio político del tricolor.